Línea Editorial 06/12/2016

Democracia de la concordia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

1 min lectura

Celebramos este 38 aniversario de la Constitución con dos retos por delante. Uno es el de su reforma: parece conveniente hacer una serie de cambios en el texto. Habrá que ver cuál es el modo más prudente y eficaz para no generar inestabilidad. El otro desafío se refiere a una justa valoración de lo que la Carta Magna nos ha dado en este período. A menudo no se presta la debida atención a los relatos que se construyen para explicar o para criticar las instituciones democráticas y la historia de los pueblos.  En  los últimos tiempos hemos visto abrirse paso un relato  muy negativo sobre el proceso que generó la Constitución vigente.  Se habla despectivamente del régimen del 78, como si el sistema institucional del que disfrutamos estuviera manchado por una especie de pecado original. Nada más lejos de la realidad. La democracia del 78, más allá de sus errores y aciertos en su vertebración jurídica, es hija de una sistemática y tenaz búsqueda de la concordia. En los años difíciles de la transición, en medio de grandes tensiones y de una violencia ideológica que hoy nos cuesta trabajo imaginar, se abrió paso la voluntad inequívoca de concordar con el otro, con el que no pensaba ni sentía lo mismo. La concordia, palabra que originariamente significa tener un mismo corazón, es sin duda un sentimiento. Pero también un ejercicio de racionalidad política. En los orígenes de nuestra democracia  no hay un error sino esa justicia que brota del deseo de encontrarse.

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