Farsa en Venezuela

La alta abstención en las elecciones legislativas de Venezuela refleja el desapego de la población al régimen de Maduro. El chavismo llevaba semanas presionando para conseguir una alta participación. A pesar de las presiones y de que los resultados están evidentemente inflados, solo el 31% acudió a votar. La participación real puede haber estado en torno a un 20 por ciento.

Desde que en 2015 la oposición ganara las elecciones parlamentarias, el chavismo ha hecho de todo para neutralizar ese resultado. Lo ha conseguido con un fraude masivo. Los comicios se han celebrado bajo la supervisión de un Consejo Nacional Electoral que depende de un Tribunal Supremo sometido a los dictados de Maduro. Las elecciones han sido una farsa. Un informe de la Organización de Estados Americanos de hace unos días explicaba cómo para el régimen de Maduro, el hambre y la asistencia sanitarias son métodos de control de la población y de aniquilación de los opositores.

Ni la Unión Europea ni Estados Unidos van a reconocer el resultado, a pesar de los reclamos patéticos de Rodríguez Zapatero, cada vez más alineado con la dictadura. Maduro sólo puede buscar legitimidad en Irán, China y Rusia. La comunidad internacional tiene la tarea de retomar las presiones para una democratización efectiva y el Gobierno de Sánchez debe pronunciarse sin ambigüedades criticando lo que ha sucedido.