La Iglesia quiere volver a unir a los Estados Unidos

El arzobispo de Nueva York fue uno de los líderes religiosos que dirigió el viernes la oración en la toma de posesión de Donald Trump. La presencia del cardenal Dolan fue muy significativa por varios motivos. Durante la campaña electoral, el único momento de distensión entre los dos candidatos se produjo en la tradicional cena que organiza el Arzobispado de Nueva York, en la que Clinton y Trump se auto-parodiaron y dejaron por un rato al margen la crispación que marcó estas elecciones. Los católicos, además, son hoy no solo la denominación cristiana con más fieles en EE.UU, sino quizá la comunidad que más se parece sociológicamente al conjunto del país. Están divididos casi a la mitad entre republicanos y demócratas, y los hay de todas las razas y clases sociales. Eso potencia la labor de reconciliación que los obispos quieren llevar a cabo en un momento en que la sociedad estadounidense está profundamente dividida. Lo primero es dar un voto de confianza al nuevo presidente, sin que ello signifique renunciar a la firmeza cuando estén en juego derechos fundamentales. Si con la Administración Obama hubo choques cuando el gobierno pretendió obligar a las instituciones religiosas a contratar seguros que incluyan fármacos abortivos y anticonceptivos, a su sucesor los obispos le ha dejado claro que vigilarán el trato a las personas inmigrantes. El tiempo dirá. Para la Iglesia es momento, como pide san Pablo, de rezar por los gobernantes, sin dejar nunca de animar a los cristianos al compromiso activo en la vida pública.