Madrid - Publicado el - Actualizado
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Monseñor Ubaldo Santana, Arzobispo de Maracaibo, intervino ayer en un acto organizado por la Cátedra de América Latina de la Universidad de Comillas. Sus palabras, sus silencios y su emoción trazaron el mapa exacto del drama que protagoniza el pueblo venezolano. Sabemos que en Venezuela hay escasez de alimentos, que no hay trabajo, que la violencia campa a sus anchas. Sabemos también que la vida política está marcada por la represión, el monopolio del poder político y la confrontación. El derecho constitucional al revocatorio ha sido perseguido hasta la muerte. La Asamblea Nacional ha sido escenario de enfrentamientos violentos, así como de acoso y persecución.Lo sabemos pero Monseñor Santana lo narró ayer con palabras emocionadas, en primera persona. Explicó que el Vaticano ha sido facilitador pero no mediador, que el proceso no ha sido siempre bien interpretado y que hay que seguir avanzando por el camino del diálogo. Y aquí hay que destacar una de las notas más sentidas de su intervención: la discrepancia está instalada en el seno del pueblo venezolano. Hasta tal punto, indicó, que si no se camina hacia el encuentro cívico, el riesgo de sangre es real. Ahora mismo en Venezuela incluso el pobre se aprovecha del pobre, y las distintas tendencias que luchan social y políticamente andan a la greña. Queda la Iglesia. Y queda, entre otras muchas cosas, para facilitar el encuentro entre venezolanos. La unidad no puede seguir siendo un espejismo.