Madrid - Publicado el - Actualizado
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El primer viaje del Papa fuera del Vaticano fue a Lampedusa. Allí, en recuerdo de los muertos que se cobra el Mediterráneo, Francisco visibilizó las causas últimas del drama de la emigración forzada, el refugio y el asilo. Muchas decisiones acaban llevando a la muerte, al tráfico, a la trata, a la explotación y a la marginación, a seres humanos que solo anhelan poder ejercer con responsabilidad y libertad su derecho a la vida.El viaje que el Papa realizará ahora a Lesbos junto al Patriarca Bartolomé I y al Arzobispo de Atenas no es ni buena voluntad, ni paternalismo, ni un gesto emotivo. Es una denuncia que abre un portillo a la esperanza. La política de las cosas ha hecho creer a los Gobernantes y ciudadanos europeos que se pueden establecer excepciones al Derecho Internacional y al imperio de la ley.A las puertas de Europa hay miles de personas cuyo estado de necesidad les lleva a vender sus vidas al mejor postor. El tema es complejo, pero para eso se inventó la política: para gobernar la complejidad. Bartolomé I y Francisco van a dar un paso al frente y es de esperar que las comunidades católicas y ortodoxas europeas lo den con ellos. La misericordia no sólo se predica, se ejercita. Y ésta pasa por dar a cada uno, sea quien sea, aquello que le es debido por el mero hecho de ser persona. Esto es: hijo de Dios. No hay otro modo de ser cristiano.