Las democracias también mueren por dentro
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Madrid - Publicado el - Actualizado
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España no necesita que nadie salve desde fuera de las instituciones su democracia. Pero el debate al que hemos asistido en los últimos días es una buena ocasión para repasar qué ha puesto y qué pone en peligro los sistemas democráticos. A diferencia de lo que sucedió en 1981 con el frustrado golpe de Estado del 23 F, desde hace algunas décadas la amenaza es, sobre todo, interna. Estábamos acostumbrados a que un golpe de Estado violento fuera el comienzo de la muerte de la democracia. Antes, la principal amenaza eran las dictaduras militares, hoy muchas democracias desaparecen en las manos de líderes electos. Rusia y Turquía son buenos ejemplos de este fenómeno.
Las autocracias nacen cuando aumenta la intolerancia, se rechazan las reglas democráticas del juego, se niega la legitimidad de los adversarios políticos y cuando hay predisposición a restringir las libertades civiles de la oposición, incluidos los medios de comunicación. Lo sucedido en países donde ha triunfado la autocracia muestra que el hecho diferencial que explica que unos populistas tengan éxito y otros fracasen reside en cómo reaccionan los partidos, que son, en gran medida, los guardianes de la democracia cuando las instituciones flaquean.
El paraguas de la Unión Europea ha sido hasta ahora un freno eficaz al desarrollo de lo que algunos llaman las democracias iliberales, democracias sin separación de poderes. Por eso la Unión Europea es más necesaria que nunca.