Las dos incógnitas a despejar

Cuando los líderes de los principales partidos acudan hoy al palacio de La Zarzuela, solo les quedará reconocer ante el Rey la imposibilidad de formar un gobierno estable. Y todo porque el único objetivo del candidato socialista ha sido dejar fuera del poder a quien ganó las anteriores elecciones, el Partido Popular. De hecho, lo que sobresale de estos cuatro meses perdidos en intentos baldíos del candidato Sánchez, ha sido su negativa rotunda a sentarse siquiera con Mariano Rajoy. aunque Pedro Sánchez haya llegado a un baldío acuerdo con el partido minoritario de Ciudadanos e incluso haya bordeado el abismo de un pacto con Podemos, el programa pactado entre ambos ha venido a reforzar la estrategia socialista de ruptura que tanto ha defraudado a buena parte del electorado. Todo esto ya es agua pasada, y ahora queda esperar la sentencia que emitirán los electores cuando sean llamados a las urnas el próximo mes de junio. Después de la insólita experiencia de estos meses, caben dos preguntas. Una es si los votantes cambiarán de opinión, ahora que tienen la gran ventaja de conocer más a fondo quién es quién en el ruedo electoral y quiénes están capacitados para abordar sin vetos las reformas que todavía necesita España en el marco de la estabilidad económica y social. La otra es si los partidos constitucionalistas, cuyos resultados pueden ser similares a los del 20-D, habrán aprendido la lección y serán capaces de superar los rechazos personales y las incompatibilidades ideológicas para negociar el deseado pacto de estabilidad.