LÍNEA EDITORIAL
Las pandillas ya son españolas
Las pandillas y la trama violenta que las une y las enfrenta ya no es un problema de países centroamericanos y del Caribe, o de algunas zonas de Estados Unidos
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Las pandillas y la trama violenta que las une y las enfrenta ya no es un problema de países centroamericanos y del Caribe, o de algunas zonas de Estados Unidos. La ciudad de Madrid, por ejemplo, como otras grandes ciudades españolas, registran en los últimos tiempos un número significativo de delitos vinculados a estos grupos. Se calcula que en España pueden estar operando alrededor de siete u ocho grupos perfectamente organizados.
La opinión pública suele vincular estos grupos a jóvenes varones de origen latinoamericano. Los datos que los expertos manejan apuntan, sin embargo, a un número creciente de jóvenes, chicos y chicas, con un porcentaje elevado de menores de edad que han nacido en España, o son hijos de familias de origen español. No todas sus actividades son violentas, pero la violencia se convierte en muchos casos en un modo de expresión que les permite ser socialmente reconocidos. La cuestión es que la violencia está directamente relacionada con la comisión de delitos por los que, tarde o temprano, van a acabar pagando.
El narcotráfico y la explotación sexual son algunas de las actividades delictivas que dotan de recursos a estas bandas. Para facilitar la comisión de estos delitos explotan a menores que en caso de ser detenidos por tenencia de drogas o armas tendrán menos problemas con la justicia.
Las bandas ofrecen diversión, amparo y una identidad social que les permite saberse fuertes y ser reconocidos. Se trata de un problema cultural y cívico de enorme envergadura en sociedades en las que la familia, la escuela, el trabajo y la Iglesia han dejado de ser las fuentes que dotan de sentido y de identidad. Por eso, las respuestas policiales y punitivas, que deben seguir operativas, son insuficientes.