Línea Editorial: "Nómadas de Dios"

Durante su histórico viaje apostólico a Mongolia el Papa Francisco ha tenido la oportunidad de reiterar uno de los mensajes clave de su pontificado: la responsabilidad de las religiones en la busca de la paz en el mundo. El camino emprendido con este mensaje universal, desarrollado en toda su amplitud en el documento de Abu Dabi firmado por el Papa y el imán del Azahar, ha tenido un nuevo hito en esta tierra de nómadas donde la pequeña comunidad católica, de apenas mil quinientas almas, contribuye al desarrollo del país en el marco de la armonía interreligiosa. En este viaje, Francisco ha reafirmado su llamamiento constante a la paz y el papel de las religiones en la resolución de conflictos.

También ha insistido en la importancia de la coherencia en el testimonio de la fe. En este sentido, en su reunión con la pequeña minoría católica del gran país de las estepas asiáticas, Francisco los animó a no temer su pequeñez, recordándoles que, a fin de cuentas, todos somos nómadas de Dios, peregrinos en busca de la felicidad y sedientos de amor. A esa sed responde precisamente la fe cristiana. El mensaje vale para los católicos en todo el mundo, para los que sufren persecución y para los que están en minoría, en contextos culturales donde dominan diversas ideologías. En estos cuatro días de visita papal a Mongolia ha estado muy presente la cercanía de la Iglesia al pueblo chino. Francisco ha enviado varios mensajes a sus autoridades y a la Iglesia, especialmente a través de sendos obispos de Hong Kong, el emérito, cardenal Tong, y el recién nombrado, Stephen Chow, que han estado a su lado.