Línea Editorial: "Lo que va de Libia a Lampedusa"

Las autoridades de la isla de Lampedusa lanzan la voz de alarma y reclaman la intervención del Ejército. Hablan de desbordamiento y situación dramática, descripción que contrasta con la que se vive a unos cientos de kilómetros, en Libia, donde resulta imposible contar los muertos provocados por las inundaciones. Pero lo cierto es que cuando se cumplen diez años del trágico naufragio que sacudió las conciencias de Europa, periódicamente se producen picos de llegadas de migrantes y terribles naufragios.

Al colapso de Libia se suma la crisis en Túnez, que expulsa hacia Italia a miles de jóvenes subsaharianos que, en otras condiciones, se quedarían en el norte de África. La sucesión de golpes de Estado en el Sahel con apoyo de Rusia es también un factor relevante. A lo que se añade la incapacidad europea de dar respuesta a un fenómeno de dimensión perfectamente manejable. La causa es la negativa de los países del norte a una distribución equilibrada, desde la ilusión de que basta con externalizar el control de las fronteras en Turquía o Marruecos. En 2015, la crisis de los refugiados sirios generó tensiones nunca vistas en la Unión. La tensión no es hoy tan perceptible, pero en toda Europa, la incapacidad de los gobiernos para afrontar la situación con realismo y altura de miras alimenta miedos y rechazos con diversas expresiones, también políticas.