Línea editorial: "Verdad, justicia y reparación"
Las víctimas tienen derecho a conocer la verdad, a que se haga justicia y a que se repare el daño que se les ha causado
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Hace diez años, ETA anunció el cese de su actividad terrorista. Tres varones encapuchados confirmaron que la banda dejaba de asesinar, coaccionar y secuestrar. No hubo entrega de las armas, ni colaboración con la justicia para esclarecer los crímenes cometidos, ni reconocimiento del daño perpetrado, ni asunción de responsabilidades.
ETA dejaba de matar porque estaba asfixiada. Y como la banda terrorista no estaba dispuesta a reconocer todo el mal causado, las gentes de su entorno iniciaron un camino para el blanqueamiento, un camino en el que las víctimas eran y son el primer y principal escollo. Según su discurso, si la paz y la reconciliación no se alcanzan no es porque ETA y sus huestes no se esfuercen, sino porque las víctimas están resentidas y son vengativas. Eso es lo que late en el fondo de las palabras de Otegi. Los que banalizan el terror provocado durante decenios quieren vivir tranquilos y aparecer ante la historia como los verdaderos y únicos protagonistas.
Si las víctimas perdonan, o no, es un asunto que pertenece a su conciencia. Lo que está claro es que, independientemente de eso, hay que mantener la exigencia de que los terroristas y sus herederos políticos reconozcan el daño causado por una injusticia radical, y de que asuman las responsabilidades morales y políticas derivadas. Bildu y Sortu, el mundo de ETA, no hacen ni una cosa, ni la otra. Las víctimas tienen derecho a conocer la verdad, a que se haga justicia y a que se repare el daño que se les ha causado. Y, por supuesto, tienen derecho a escribir y narrar su historia. Sin su Memoria, jamás habrá justicia.