Madrid - Publicado el - Actualizado
1 min lectura
El no holandés en el referéndum sobre el tratado comercial de la UE con Ucrania tiene un vencedor: Vladimir Putin. Resulta paradójico este resultado precisamente en el país que más activamente pedía una acción contundente frente a los separatistas pro-rusos, después de que estos derribaran en 2014 un avión procedente de Ámsterdam. El Acuerdo de Asociación rechazado por el electorado holandés es el mismo que se negó a firmar Viktor Yanukovich en 2013, lo que originó las protestas ciudadanas pro-europeas en Kiev, la caída del gobierno y, finalmente, la intervención rusa. La UE ha ofrecido un espectáculo bochornoso en esta crisis y el referéndum holandés apuntala esa imagen de irrelevancia internacional, si bien es cierto que, en la práctica, Bruselas y La Haya deberían encontrar una “solución técnica” sin demasiados problemas. Lo peor de todo es el reforzamiento de las posiciones euroescépticas a dos meses del referéndum británico, o más bien, la sensación de que los principales partidos son incapaces de articular una respuesta. Los populismos son minoritarios en la sociedades europeas; simplemente, se trata minorías más organizadas que otras, en unos tiempos de gran desconcierto y miedo al futuro en Europa. Es posible hacer frente a los populistas, pero hacen falta propuestas ilusionantes. De lo que contrario, saldrán victoriosos por la incomparecencia del adversario.