Madrid - Publicado el - Actualizado
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Después de los congresos del Partido Popular y Podemos, se espera ahora con gran interés el que debe celebrar el Partido Socialista en medio de su crisis interna. Lo que no se espera es que el PSOE vaya a abrir ningún debate sobre algunos aspectos que han resultado incómodos para el Partido que nos gobierna. Nos referimos concretamente al humanismo cristiano, mantenido en sus estatutos, aunque siga siendo una incógnita hasta qué punto será coherente en su aplicación práctica. Quitar esta referencia, como pretendía la presidenta de Madrid, hubiera significado extirpar una de las raíces de ese partido. Hay que acoger con cierta esperanza que el principal partido del país mantenga al menos la gallardía de sentirse identificado con un humanismo que ha sido el cimiento de la civilización occidental y que es la base más sólida para la democracia. Ese humanismo custodia el respeto a la dignidad humana, excluyendo todo lo que suponga “mercantilización” de la vida, como es el caso de los vientres de alquiler que el PP ha preferido dejar para un debate posterior. Hay que confiar en que la propia sociedad civil cobre cada día más presencia pública para que los políticos no caigan en la indiferencia ante lo que supondría una nueva forma de esclavitud.