La misteriosa respuesta de los cristianos

La Iglesia celebró ayer la memoria de la muerte de Cristo. Muchos cristianos en el mundo sufren una persecución que, en cierto modo, actualiza los sufrimientos de su sacrificio. El cristianismo es la religión más perseguida del planeta. En torno a 380 millones de bautizados sufren persecución y discriminación. 

La persecución está provocada, en gran medida, por Estados autocráticos o por agentes no estatales en países inestables. Corea del Norte destaca por su negación total de los derechos humanos en materia religiosa, al medio millón de los bautizados que probablemente viven en ese país se les niega incluso reunirse para rezar. 

En China e Irán se utiliza la Inteligencia Artificial para rastrear, vigilar y reprimir a cristianos. En Pakistán, en Afganistán y en algunos países del Golfo la persecución es muy relevante. En África, que es donde más población cristiana hay en el mundo, los ataques contra la libertad religiosa se producen en el Sahel, en el Congo, en Mali y en Sudan. 

En cuanto al número de muertos, destaca Nigeria. El yihadismo de Boko Haram provoca anualmente la muerte de hasta 3.000 cristianos.

Más llamativa aún que la persecución, es la respuesta que dan los cristianos a los ataques. Son escasísimos los casos en los que se produce una respuesta violenta. En su conciencia no predomina la condición de víctima. 

Es llamativo que, en muchos casos, la persecución se convierte en una ocasión para el perdón, para el crecimiento en la fe y para ofrecer un testimonio luminoso que se ofrece a todos. La reacción es diametralmente diferente a la reacción identitaria, marcada por el conflicto, tan frecuente entre otros grupos sociales en este tiempo.