Moria, la peor cara de Europa
Desde hace años el campo es una bomba humanitaria. Y sorprende que no se hayan producido estallidos severos de violencia
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Antes de que este miércoles se produjera el incendio que ha destruido buena parte del campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, las condiciones para sus 13.000 habitantes ya eran inhumanas. Antes de la llegada del COVID ya había diarrea y difteria.
Sus ocupantes solo tienen un litro de agua al día para beber, lavarse y cocinar. Las letrinas son las de un campamento militar para 800 personas. La desesperación en algunos casos provoca un fenómeno tan poco frecuente como los suicidios infantiles.
Desde hace años el campo es una bomba humanitaria. Y sorprende que no se hayan producido estallidos severos de violencia.
El incendio ha agravado la situación. Hay miles de personas que están durmiendo a la intemperie, los más protegidos son los que han conseguido salvar una manta. Los vecinos están impidiendo que se reconstruyan las carpas y el Gobierno griego ha advertido que los refugiados no saldrán de Lesbos.
Los refugiados de Moria sufren el cambio de actitud de la UE y de Grecia: hace cinco años hubo acogida, ahora hay confinamiento. Moria es un gran anuncio disuasorio contra la acogida. La región del mundo, Europa, que debería distinguirse por su humanidad, con 500 millones de habitantes, tiene miedo de 13.000 desheredados. Moria muestra la peor cara de Europa.