La pandemia y el cambio

Hace un año que terminó el primer estado de alarma. Tuvimos en ese momento la sensación de que en cierto modo la pandemia había quedado atrás. Fuimos ingenuos. Nos dijeron que salíamos más fuertes y probablemente nos lo creímos. La tasa de incidencia era entonces muy baja, pero no había vacunas. A las pocas semanas el virus volvió con fuerza. La historia la recordamos todos. Ahora, salvo imprevistos, parece que podemos estar ante el fin de la pandemia, al menos en Europa, gracias a una vacunación que avanza a buen ritmo.

Los españoles, según las encuestas, estamos convencidos de que el covid-19 nos ha cambiado en algunos aspectos. Un 80 por ciento nos interesamos más por la gente que nos importa, por su estado emocional, por su salud. Muchos, casi un 76 por ciento, decimos valorar las relaciones personales. Y un 60 por ciento declaramos que el covid-19 ha cambiado nuestros valores.

Pensamos, por tanto, que la pandemia nos ha hecho más sensibles a las personas que más queremos, y más sociables. La pandemia habría sido una vacuna contra el individualismo. De momento los efectos de ese cambio no se han percibido. Durante la pandemia el número de personas que dicen sentirse solas ha pasado del 5 al 11 por ciento. Y ese sentimiento de soledad es el doble en los jóvenes que en los mayores: casi uno de cada tres jóvenes dice sentirse solo. No es lo mismo pensar que se ha producido un cambio a que el cambio sea efectivo