El Papa en Lesbos

El Papa Francisco visita este sábado Lesbos en un gesto cargado de simbolismo, toda una denuncia ante la tragedia que se está produciendo en las islas griegas. Al problema de la inmigración económica hay que añadir la mala solución que se ha dado a la crisis de los refugiados.Desde que hace unas semanas La Unión Europea y Turquía firmaran un acuerdo de muy dudosa legalidad para la expulsión de los refugiados, los centros de identificación en esa isla se han convertido en centros de internamiento. Se busca, sobre todo, hacer un gesto publicitario para evitar el efecto llamada. Se hace a costa de personas que huyen de la guerra, de personas que tienen derecho al asilo en un país seguro. El Consejo Europeo ha adoptado, con la fórmula de las expulsiones a Turquía, una solución muy diferente a la propuesta por la Comisión. Ni se han cumplido las cuotas de reasentamiento acordadas, ni se ha ayudado a Grecia afrontar la difícil situación que vive.No es cierto que el sistema de bienestar o el sistema de convivencia europeo esté amenazado por la acogida de refugiados, que debería hacerse con orden, con filtros efectivos y con corredores humanitarios que eviten las mafias. Como nos recuerda habitualmente el Papa, Europa no se puede replegar sobre sí misma para consagrar sus energías a crear una prosperidad sin grandeza y a cultivar un hedonismo sin pasión y sin riesgos.