Madrid - Publicado el - Actualizado
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Podemos se ha convertido en las últimas semanas en el partido de los líos internos. Sus propios líderes han reconocido con preocupación la deriva y el espectáculo que vienen dando a la opinión pública. Las últimas advertencias, ya en clara carrera de posicionamiento estratégico hacia el Congreso de Vistalegre II, se pueden leer incluso en clave de amenaza. Tanto la corriente liderada por Iñigo Errejón como los llamados “anticapitalistas” han alzado la voz para afear a Pablo Iglesias y sus afines que se resista a entregar una de las prerrogativas que todavía conserva como Secretario General, la capacidad de convocar un referéndum entre las bases. Le han recordado, en su característico lenguaje, que Podemos debe ser un partido-movimiento, un partido de la gente frente a los partidos de barones y familias.Lo cierto es que Podemos no se entiende sin la omnipresencia de sus líderes en los medios de comunicación. Además, en todo este proceso, la formación morada ha mostrado hasta qué punto funcionan las purgas para el que se atreve a disentir de la corriente mayoritaria. Desde que el pablista Ramón Espinar asumió la dirección del partido en la Comunidad de Madrid, doce personas afines a Iñigo Errejón han sido despedidas. Cuesta ver en este horizonte un proyecto serio de gestión y de gobierno. Da la sensación de que los populistas funcionan acomodados en un río revuelto permanente, incapaces de gobernar su propia casa mientras lanzan seductoras ocurrencias para intentar gobernar en la de todos.