El reto del fracaso escolar

La ministra de Educación, Pilar Alegría, ha anunciado con satisfacción que la tasa de abandono escolar temprano se ha reducido 10 puntos en la última década, al revelar que ha descendido tres décimas, hasta el 13,6 por ciento. Es una buena noticia que la tendencia sea positiva. Pero hay que tener en cuenta otros datos. En 2022 el abandono aumentó ligeramente. Estamos por encima de la media europea, somos uno de los países de la UE con peores resultados en esta cuestión.

La situación socioeconómica, el entorno familiar de los alumnos, el nivel educativo de los progenitores y el origen inmigrante son causas que provocan el abandono temprano. Esto significa que, a menudo, la enseñanza no sirve como ascensor cultural, social y económico. No se puede ser triunfalista ante un desafío de esta magnitud. El Gobierno ha anunciado recientemente una mayor inversión para impartir más clases de refuerzo.

El problema no se resuelve con una medida puntual. En Alemania, por ejemplo, se ofrecen de forma estable cursos complementarios para el aprendizaje de la lengua y la mejora de la compresión lectora. El desarrollo de una buena Formación Profesional es decisivo. Este curso se ha puesto en marcha la nueva FP que quiere ser más flexible, que permite cursar y combinar formaciones de pocas horas y aumentar las horas de prácticas en las empresas. Habrá que valorar si, por fin, se derriba el muro que habitualmente separa el mundo de la empresa y mundo educativo.