Revelación y deslealtad

Las declaraciones de la vicepresidenta Yolanda Díaz sobre la pandemia tienen una trascendencia tal que, en cualquier, país desencadenarían consecuencias judiciales y políticas nada desdeñables. Díaz ha reconocido que el Ejecutivo conocía el riesgo de la pandemia, que su ministerio había preparado una guía de actuación frente al Covid en febrero de 2020 y que fue calificada de alarmista, haciéndose caso omiso a sus advertencias. Además, en su sorprendente ejercicio de autoexculpación y oportunismo, ha derivado la responsabilidad hacia Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, alimentando así la teoría de que el Gobierno ocultó el problema todo lo que pudo. Aparte de la depuración de responsabilidades políticas en el Congreso, es urgente una investigación independiente de la gestión de la pandemia, un clamor frente al que el gobierno se empeña en hacer oídos sordos.

Estas declaraciones de Yolanda Díaz no son un resbalón. Se inscriben en el diseño de lanzamiento de su candidatura a La Moncloa, presentándose como alternativa de la izquierda al PSOE de Sánchez. Díaz no ha sido leal al gobierno del que forma parte, que empieza a parecer el gobierno de las puñaladas. Y aunque, efectivamente, advirtió del riesgo que suponía el COVID, después aceptó plenamente la estrategia de Sánchez.

Habrá que ver cuál es la reacción del presidente del Gobierno ante una crisis que explica mucho sobre lo que está pasando en España y que, por mucho que sonría, demuestra que tiene a una feroz competidora en la mesa del Consejo de Ministros.