Madrid - Publicado el - Actualizado
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Sánchez está celebrando hoy la ronda de contactos con los líderes del PP, de Ciudadanos y de Unidas Podemos, para buscar apoyos para la investidura. Antes, el PSOE ha sacado a pasear el fantasma de una repetición electoral para presionar a Casado y a Rivera. La eventual repetición de las elecciones sería muy poco deseable. Certificaría la incapacidad de los partidos de ponerse de acuerdo en un Congreso que, desde 2015, está cada vez más fragmentado.
Sánchez presiona a Casado y a Rivera porque no quiere depender solo de Podemos: la formación de Pablo Iglesias no es bastante, y su entrada en el Gobierno supondría un problema para las políticas económicas que exige Bruselas. Las presiones de Sánchez reflejan que el resultado electoral de abril no supuso un triunfo suficiente, a no ser que cuente con los votos de los independentistas.
No es fácil que Ciudadanos, y especialmente el PP, puedan facilitar la investidura. Los precedentes de los apoyos obtenidos para la moción de censura y el diálogo con Torra dificultan las cosas. Pero pasado cierto tiempo, y si hay garantías de que Sánchez no va a hacer concesiones políticas al secesionismo ni a las posiciones radicales de Podemos, sería razonable facilitar la investidura. La política española no debe convertirse en una vetocracia, en la que el valor de un partido sea su capacidad de vetar y no de construir.