Línea Editorial 31/08/2021
Veinte años después
La salida del último soldado estadounidense de Afganistán ha dado paso a la entrada de los talibanes en el aeropuerto de Kabul.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La salida del último soldado estadounidense de Afganistán ha dado paso a la entrada de los talibanes en el aeropuerto de Kabul. Ha sido un nuevo paseo triunfal. Y con ello se instaura definitivamente sobre el país un régimen teocrático islamista que Occidente dice despreciar, pero al que no ha sabido resistir. Los periodistas y reporteros de todo el mundo, afganos incluidos, han contado durante diecisiete días todo lo que sucedía en el país. Solo uno de ellos ha entrado en el aeropuerto de Kabul. A partir de ahora nadie podrá informar libremente de lo que sucede en Afganistán.
Hace treinta y dos años las tropas soviéticas abandonaron el país. En 2021, después de veinte años, son las tropas estadounidenses las últimas en hacerlo. Lo decidió la Administración Trump, y Biden lo ha ejecutado. Se ha hecho con poca fortuna, con aparente falta de coordinación y sin tiempo para atajar, ni la crisis humanitaria derivada de la ocupación talibán, ni la expatriación de todos los colaboradores con los que han contado los Estados y organismos internacionales desde 2001.
Si los talibanes van a conceder, o no, la amnistía a anunciada es un misterio. Si los vuelos comerciales van a reanudarse y los talibanes van a permitir que los afganos que puedan, abandonen el país, es un misterio. Lo que no es un misterio es que el orden talibán genera caos, represión, injusticia y exclusión. Occidente se ha ido de Afganistán y a partir de ahora, si no se quiere abandonar definitivamente a los afganos, habrá que encontrar fórmulas que permitan que llegue ayuda humanitaria, que la represión sea la menor posible y que no haya apagón informativo.
La guerra quizás haya terminado para Occidente, pero continúa para los afganos.