Nueve de cada diez menores infractores se reinsertan en la sociedad madrileña

El perfil de estos jóvenes: varón, de más de 17 años y español. Sus principales delitos son los robos y la mayoría tiene problemas con las drogas

Ramón García Pelegrín

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Diana a las ocho menos cuarto, desayuno y actividades como un taller de cerámica, diseño gráfico o clases de FP, ESO y Bachillerato. Tras la comida, ocio, juegos de mesa y mucho deporte. Llamadas telefónicas y una visita semanal.

Así se vertebra un día cualquiera en la vida de los 125 menores y jóvenes que viven en el centro de reinserción Teresa de Calcuta, en la localidad madrileña de Brea del Tajo, cerca de Carabaña, donde trabajan más de doscientas personas. Cada menor infractor vive en una habitación individual por lo que cuentan con privacidad.

LUCAS, MARTÍN Y LA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Lucas es uno de esos 125 jóvenes. En su caso, la jornada comienza bastante antes, a las tres de la madrugada. Tiene contrato como panadero del centro. Lucas hace una lectura positiva y piensa ya en el futuro.

“Aquí me encuentro bien. Es una forma de reconducir mi vida y buscar salidas, de abrirte puertas después de lo malo. Tras buscar cosas en la calle que no debía a la edad que tenía y de los malos momentos que viví, venir aquí me ha servido de mucho. Podría estar en otro sitio peor. Aquí me estoy labrando un futuro para lo que quiero ser”, reflexiona Lucas. Y lo que quiere ser Lucas es bombero.

Martín es muy creativo. Le gusta dibujar, hacer pulseras, cuidar el jardín del centro y leer. En solo unas semanas empezará a salir en régimen semiabierto; el primer día cinco horas y acompañado hasta un centro comercial.

“Me quedan 18 meses y en unas semanas comenzaré a salir tranquilamente, a mi casa y a buscar trabajo. Salgo y así no estoy aquí; aunque este sitio parezca un reformatorio, no dejas de estar encerrado sin ver a la familia y los amigos. La primera salida serán cinco horas con una persona del Teresa de Calcuta. Iremos a un centro comercial. Haremos lo que haría un chaval normal con una vida normal”, afirma Martín.

MUCHO MÁS QUE FÚTBOL

Martín y Lucas juegan y disfrutan a tope en el equipo de fútbol que ha montado, como un valioso proyecto social, el entrenador y ojeador del Sevilla Antonio Fernández, estrecho colaborador de Vicente del Bosque en la época dorada que culminó con la copa del mundo de Sudáfrica en el inolvidable verano de 2010, Iniesta de mi vida mediante.

El proyecto Mucho Más que Fútbol inculca a los menores infractores valores del deporte como compañerismo y respeto. Antonio entrena todos los lunes a estos jóvenes que son de champions, nos dice, a pesar de los errores del pasado y de las infancias repletas de carencias afectivas que han tenido que surfear. Todas sus experiencias en este centro de menores infractores las ha recogido en el libro Mi once de oro (Círculo Rojo Editorial).

Hay chicos que al final del entrenamiento solo te piden un abrazo. Eso te deja muy marcado porque no es solo un chaval el que lo hace sino muchos. Todos te dan las gracias. Desde la empatía con las víctimas de sus actos, insisto en que estos chicos han hecho cosas muy feas y por eso lo están pagando aquí. Pero son muy jóvenes como para ser un despojo de la sociedad. Deben tener una segunda oportunidad”, se sincera Antonio con la voz encogida.

PERFILES

La Comunidad de Madrid atiende a 1500 menores infractores en seis centros. Menos de 300 en situación de internamiento. El perfil del menor infractor es varón, de más de 17 años y nacionalidad española. Sus principales delitos son los robos y la mayoría tienen problemas de drogas.

A Diego López del Hierro, director gerente de ARMI, la agencia para la reinserción y reeducación de los menores infractores, le pregunto si estos chavales son personas diferentes cuando salen del centro.

Me contesta que “en realidad aquí se convierten en personas porque antes de llegar a este centro presentan factores de riesgo que les impiden desarrollarse como personas. Cuando vuelven a su entorno no regresan como entraron sino con todo el porvenir por delante”.

Nueve de cada diez menores de este centro se reintegran en la sociedad madrileña y no reinciden. La filosofía de este espacio de titularidad privada pero dependiente de la Comunidad de Madrid: reinsertar a los jóvenes a través de la educación y el respeto.