Catas de nieve: nada sabrosas

Estas catas de nieve o sondeos se realizan cada semana en la montaña. Se recogen muestras de diferentes alturas y se analiza: su espesor, su dureza... Pero también se analiza el viento, la niebla y las cuevas de hielo que se pueden formar. Estos datos van a parar a la base de la estación meteorológica de AEMET, que los utiliza para la previsión del tiempo que más tarde nos llega a nosotros.

Quien se encarga de esta tarea es Iván Rodríguez. Es Agente Forestal y Jefe de Comarca en Rascafría. Lleva 20 años en el cuerpo y desde hace 10, colabora con AEMET para realizar estas catas de nieve. Cada miércoles Iván y su equipo de agentes forestales se preparan para trepar a la montaña en busca de datos útiles, lo que les puede llevar hasta tres horas. 

También suben cargados con todo el material necesario para la cata. En la lista de los imprescindibles encontramos: una sonda por golpeo, que consiste en dos barras de hierro que se hunden en la nieve para ver la dureza de cada una de las capas. Lupa y placa milimetradas, para determinar el tipo de cristal que se ha formado. Un termómetro de sonda y un dinamómetro, que calcula el peso y la densidad de la nieve.

Adelantándose a la rutina de los miércoles, hoy han subido junto a la Patrulla de Agentes Forestales de Castilla y León hasta la montaña de Peñalara, en la Sierra de Guadarrama. Es el pico más alto de la Comunidad de Madrid y de los más altos del sistema central español. Pero también es el que más afluencia de visitantes soporta, por lo que Iván y sus compañeros se tienen que asegurar de que es una zona segura para los montañistas. 

Aun con alerta amarilla y nevadas a lo largo de la mañana en Madrid, Iván afirma que las capas de nieve son estables y el riesgo por desprendimientos o aludes es muy bajo. Conocer estos riesgos es la finalidad de una cata de nieve. Para conocer su sabor, será necesario otro tipo de cata.