De dimisión en dimisión: los cambios en la Consejería de Sanidad madrileña
La oleada de dimisiones de la Consejería de Sanidad madrileña deja entrever las tensiones del gobierno de la Comunidad de Madrid
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La pandemia del coronavirus ha puesto a prueba a la Consejería de Sanidad madrileña. En apenas seis meses, se han llegado a producir hasta cuatro dimisiones siendo evidente la crisis que atraviesa el gobierno de la Comunidad de Madrid. Las últimas en sumarse a esta ola de renuncias han sido las responsables de atención primaria y hospitales. El pasado martes, Marta Sánchez Celaya, la gerente asistencial de Atención Primaria sorprendía con su dimisión después de cinco años en el cargo. Y a ella se unía también Bárbara Fernández, la responsable de hospitales. Esto se produce en plena segunda ola de contagios y con la atención absolutamente colapsada por falta de medios.
Estas dimisiones vienen sucediéndose desde la primera ola de la pandemia. La primera en abrir la veda fue Yolanda Fuentes. La directora general de Salud Pública que decidió abandonar el barco, en mayo, en plena polémica sobre si la región pasaba a la fase 1 o no. No era partidaria y decidió marcharse, dejando una sensación de inestabilidad.
En septiembre, 48 horas bastaron para que Emilio Bouza, el portavoz del Grupo Covid decidiera dimitir del cargo. El prestigioso doctor y microbiólogo, experto en enfermedades infecciosas justificó su marcha por la falta de acuerdo y de unión entre el gobierno central y autonómico.
Y no solo en Sanidad. Las tensiones llegan a otras consejerías del gobierno. Otra de las salidas más sonadas ha sido la de Alberto Reyero, consejero de Políticas Sociales. El 2 de octubre envío una carta a la presidenta, Isabel Díaz Ayuso presentando su dimisión.
La gran razón de su marcha fue el enfrentamiento con Enrique Ruiz Escudero, el consejero de Sanidad durante la primera ola de la pandemia. Debido a unos protocolos de traslado de pacientes de las residencias de mayores enviados por “error” a los centros, en los que se rechazaba este traslado de ancianos a hospitales.