La otra cara del Zendal: 80 ingresos diarios y más de 700 sanitarios haciendo frente a la tercera ola
Recorremos los pasillos de un centro sanitario que cuenta con más de 1.000 camas y 3 pabellones de 10.500 metros cuadrados para atender a pacientes covid
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El Hospital Isabel Zendal, epicentro de una oleada de polémicas desde su apertura hace algo más de un mes, ya es el centro sanitario con mayor número de pacientes de coronavirus. Frente a las críticas por algunas de sus carencias y la negativa de algunos sanitarios a trabajar entre sus cuatro paredes, el hospital obvia el ruido político y se afana en dar respuesta a la enorme escalada de ingresos en estos últimos días. Ahora, se registran más de 80 cada día.
El centro sanitario cuenta con más de 1.000 camas y 3 pabellones de 10.500 metros cuadrados. El referente en el que se basaron para su construcción fue el Hospital IFEMA, que funcionó a contrarreloj en el peor momento de la pandemia. Y todo en un tiempo récord. De la nada, se levantó el Zendal. En solamente 100 días. Todo un hito en la gestión pública.
El Zendal no parece un hospital al uso. Una fila de camas divididas en bloques en un espacio diáfano, abierto y sobrio. Sorprenden sus techos altos, el importante control de acceso, que es 100% accesible (sin barreras arquitectónicas), los puestos de UCI separados de forma individual y otras muchas prestaciones con el fin de que el paciente se sienta lo más cómodo posible.
Pero su mecanismo va más allá de ser un hospital. Además, funciona como laboratorio regional de Salud Pública y Centro de Coordinación SUMMA112.
COPE entra en el Hospital Zendal
Con el fin de conocer cómo funciona este hospital, su labor y las instalaciones de las que disponen, COPE se cita con el subdirector médico del centro.
El doctor Jorge Carriel nos enseña desde dentro el mecanismo con el que trabajan día a día. Él llegó a este hospital porque había trabajado mucho anteriormente con el actual director del Zendal. “Cuando fue designado me preguntó si estaba interesado en colaborar en el proyecto”, asegura. Y dijo que sí sin dudar.
Además, su amor a España le hace trabajar con más gratitud por la deuda que tiene con nuestro país. “Llevo aquí siete años y ya venía haciendo gestión clínica y administrativa en Ecuador. Por eso, le dije al doctor que si era necesaria gente para sacar adelante este proyecto tenemos que estar”, dice.
Así recuerda el primer día. Sin pacientes. “Yo me incorporé un 4 de diciembre. Estaba inaugurado con cama y equipos. Estaban las UCI pero nos faltaban la interacción de los servicios informáticos”, explica.
¿Y cómo se gestiona el día a día de este centro? “Lo que hacemos es establecer en cada control un equipo de trabajo con 5 médicos. Estamos en el pabellón 1 donde los controles de enfermería están uno al lado del otro. A primera hora hacemos un pase conjunto y distribuimos los pacientes. A las 2 de la tarde, comentamos cuáles serían los pacientes que evolucionan a una situación de gravedad”, señala.
La situación actual, desde el viernes de la semana pasada, es crítica. La escalada de ingresos ha alcanzado cotas insospechadas. La tercera ola se manifiesta con su peor cara. Algunos de estos últimos días, el Zendal ha llegado a registrar más de 80 ingresos diarios. “Esto nos ha obligado a reforzar las guardias”, dice Jorge. Por el momento, no tienen constancia de que hayan llegado datos de la nueva cepa británica.
Pero entre pacientes con camisón blanco, el ruido de los carros desfilando por los pasillos y la nerviosa emoción del ansiado regreso a casa, el Zendal da cobijo a historias insólitas, pero que dan fiel reflejo del dolor y la aflicción a la que nos ha conducido esta pandemia. Pero también, algo de esperanza. “Aquí hemos tenido parejas ingresadas de esposos. Cuando alguno de los dos ha evolucionado mal, la ventaja es que al estar aquí los dos eso ha facilitado que pueda ir a visitarle a diario y ser un apoyo directo, continuo con ellos”, relata Jorge.
Antes de abandonar el hospital, el subdirector médico lanza un mensaje a todas aquellas personas que no son responsables y no se toman en serio este virus: “La única forma de frenar los contagios es distanciarnos, la mascarilla, el lavado frecuente de manos... hay que ser prudentes e intentar no salir de casa ni del círculo familiar”.