La sombra de Sánchez puede con Gabilondo: peor resultado histórico del PSOE en Madrid

Tras la victoria no consumada de 2019, se ve superado por el empuje de Ayuso y el crecimiento de Más Madrid, a la par que muy marcado por el posible pacto con Iglesias

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Millán Cámara

Publicado el - Actualizado

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A la tercera tampoco fue la vencida para Ángel Gabilondo. El candidato en el que el PSOE ha confiado desde 2015 para intentar hacerse con el poder en la Asamblea de Madrid no ha podido repetir su victoria de hace dos años. Aunque esta no acabó traduciéndose en el mando en plaza en la Real Casa de Correos, el resultado de entonces dista mucho del de este 4-M. Ahora los socialistas han visto cómo el sorpasso de Más Madrid y Mónica García se ha traducido en su peor número de escaños en la capital desde que la Comunidad celebra elecciones: 24, registro ya mejorado por los 32 diputados alcanzados en 1995.

La gran esperanza del exministro de Educación era que se produjese una suma de las izquierdas capaz de asegurar el Gobierno madrileño. Sin embargo, el mayor tirón del PP y de la actual presidenta de la región, Isabel Díaz Ayuso, ha acabado por confirmarse. Su pujanza ha sido la peor noticia para Gabilondo, al que en esta campaña bien han podido pesarle la sombra del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, e incluso la del candidato de Unidas Podemos, Pablo Iglesias.

La sombra de Sánchez puede con Gabilondo: peor resultado histórico del PSOE en Madrid

Los bandazos de la candidatura socialista, cuya estrategia en dos fases estaba planificada de antemano, han sido evidentes. Primero, el posible pacto con el exvicepresidente Iglesias no estaba, de ninguna manera, sobre la mesa: “Con este Iglesias, no”. Después, Gabilondo pidió públicamente una alianza poselectoral con Podemos en el único debate a seis de los comicios: “Pablo, tenemos 12 días para ganar”. Incluso se reafirmó en ella más tarde: “Querido Pablo, espero tu apoyo”.

Con Sánchez, ocurrió algo parecido: implicación casi abrumadora e inédita del jefe del Ejecutivo en la contienda castiza incluso antes del arranque de la campaña; desaparición más o menos ostensible, reducida a la cuota de actos de peso de rigor, ya metidos de lleno en faena. También con las consignas socialistas, cuyo vuelco estuvo marcado por las amenazas destinadas al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, de nuevo Iglesias, la ministra de Industria, Reyes Maroto (hubiese sido la vicepresidenta económica de Gabilondo), y la directora de la Guardia Civil, María Gámez.

Sólo así se explica la transición del “Gobernar en serio” más plano al “No es sólo Madrid, es la democracia” movido por la polarización. Es este último punto el que ha marcado las elecciones de Madrid en general y el plan de acción del PSOE en particular. La implicación del Gobierno central ha sido considerable en busca de promover un cierto voto del miedo con respecto a Ayuso y, sobre todo, Vox y Rocío Monasterio.

Por eso, a pesar de la imagen de “soso, serio y formal” que Gabilondo ha querido transmitir en todo momento, la mano que mece la cuna de Iván Redondo ha primado más en la puesta en escena socialista. Tanto en el fondo como en la forma y con varios ocupantes de Moncloa muy volcados en el objetivo de construir un “cordón sanitario” que, por momentos, ha parecido incluir a toda la derecha.

Ese mensaje no ha calado en unos electores que han llevado al PSOE a protagonizar un batacazo sin precedentes en unas elecciones autonómicas madrileñas. El golpe coloca a la filial castiza del partido en una tesitura llamada a provocar un cambio de rumbo a todos los efectos. Con la incógnita añadida de si también habrá consecuencias a niveles mayores tras unos comicios más nacionales que nunca.

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