Cae una de las mayores redes de trata de personas en España: hasta 600 víctimas cobrando 20 céntimos por hora

Es una de las operaciones más importantes desarrolladas en España en los últimos años contra la trata de seres humanos con fines de explotación laboral. Las víctimas -que podrían haber sido 600- llegaban a España desde Europa del Este con la promesa de un futuro económico mejor. Aquí se encontraba con sueldos de 20 céntimos la hora, condiciones de semiesclavitud y viviendas infrahumanas. Algunas eran castigadas sin comida durante varios días.

Hay 16 detenidos y 5 investigados pero hasta llegar a ellos la Guardia Civil ha seguido el rastro de esta organización delictiva. Éste comienza principalmente en Moldavia donde la red captaba a las víctimas. Nos cuentan que principalmente hombres muy jóvenes pero también mujeres y niños. Les prometían una vida mejor en España. Y con ese engaño llegaban a España en autobuses de línea regular. Lo hacían también con documentación falsa que aseguraba que eran rumanos. De hecho, les hacían mimetizarse con su nueva identidad. Les hacían repetir sus nuevos nombres y si no lo hacían bien eran castigados. La red les decía que el transporte hasta España era gratuito pero una vez aquí ya habían contraído con una deuda con ellos. El llegar a nuestro país se había encarecido un 500%.

¿Cómo era la vida aquí? Dura, muy dura para estas víctimas. Eran enviadas a campos de cultivo de Jaén, Huelva, Córdoba, Albacete o Badajoz para ser explotadas en las campañas de recolección de la aceituna, la fresa o la uva. De hecho la mayoría de los empresarios que las contrataban no sabían que estaban haciendo algo ilegal. Pagaban a la red -que contaba con una empresa intermediaria, una especie de ETT- el salario mínimo legal. En el mejor de los casos como COPE ha sabido a las víctimas solo les llegaban unos 100 ó 150 euros mensuales. A esos campos de cultivo eran trasladadas en furgonetas sin asientos como si de una jaula se tratara.

Eso en cuanto al trabajo pero al salir de él las condiciones de subsistencia eran infrahumanas, de semiesclavitud. Vivían hacinadas en asentamientos chabolistas donde soportaban altísimas temperaturas, viviendo hasta con ratas. La red había establecido una especie de economato donde hacían la compra. Esa compra era cuatro o cinco veces más cara de lo normal. A esta explotación laboral se le unía en el caso de muchas mujeres la sexual.

Los principales miembros de la organización disfrutaban de un alto nivel de vida llegando a facturar un millón de euros al mes.

De las 145 víctimas detectadas -que podrían llegar a ser hasta 600- se ha conseguido identificar y liberar a 18 de ellas. Varias ONGs y un empresario de la provincia de Huelva se han hecho cargo de ellas integrándoles plenamente en el ámbito laboral.