Madrid - Publicado el - Actualizado
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Existe en España el caso de una mujer, cuya identidad no se revela, que fue detectada cuando trataba de trasladarse al escenario de conflicto de Siria e Irak dominado por el Daesh en lo que se creyó era resultado de un proceso más de fanatización islamista. De haberse trasladado allí, con toda probabilidad habría acabado formando parte de la órbita terrorista adoctrinando, colaborando y quién sabe si muriendo en un atentado. La realidad demostró más tarde que el motivo de su huída era que estaba sufriendo malos tratos.
«Una situación así puede frenarse en el ámbito local si se pusiera en común lo que saben los trabajadores sociales, el director del colegio donde lleva a los niños, la policía local que patrulla por la zona...», reflexiona un responsable del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), que desde hace meses se encarga de la formación de los miembros que compondrán los Grupos Locales de Lucha contra la Radicalización Violenta, que ya se preparan en quince ayuntamientos de todo el país.
Prevista dentro del proyecto «Stop Radicalismos», encuadrado en el Plan Estratégico Nacional de Lucha contra la Radicalización Violenta presentado en 2015 que involucra a doce ministerios, el fin de esta herramienta es nítido: prevenir. «Evitar que cualquier tipo de extremismo, que constituye por sí un problema social, degenere en violencia, que es cuando se convierte en un problema de seguridad», explica la fuente del Citco.