1.800 niñas viven en España con el peligro de ser sometidas a una mutilación genital
Llegaron de pequeñas de Senegal, Mali, Gambia o Nigeria, o nacieron aquí, pero sus padres siguen viviendo bajo las mismas creencias
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Tiene 20 años, es universitaria y con nacionalidad española. Pero cuando era pequeña, sus padres la llevaron junto a su gemela a Mali para mutilarlas genitalmente. Tuvo una terrible hemorragia, infecciones... no se recuperaba. Sus padres la dejaron allí con sus abuelos y con sus tios durante dos años, hasta que definitivamente se curó y volvió con su hermana. Pero tenían miedo de las consecuencias en España, puesto que si acudían al hospital se darían cuenta.
Esta es una historia real. 1.800 niñas en España viven con el peligro de ser sometidas a esta terrible mutilación. Llegaron de pequeñas de Senegal, Mali, Gambia o Nigeria, o nacieron aquí, pero sus padres siguen viviendo bajo las mismas creencias. Forman comunidades endogámicas en las que priman las tradiciones, las costumbres de sus etnias y mantienen un contacto muy estrecho con sus familias en sus paises de origen. Las madres, también mutiladas, presionadas por la comunidad creen que sus hijas serán más puras y no lo impiden. En España está perseguido y penado y es considerada como violencia machista. Hay protocolos para pediatras y hospitales y especialistas en algunos cuerpos policiales. Por ello, en ocasiones, se les practica la mutilación cuando visitan sus paises..
Ruth Mañero, directora de la fundación Ivan Mañero de San Cugat explica a COPE que las niñas "pueden morir de dolor, hemorragia o infecciones, pero si sobreviven arrastran dolores toda su vida. Dolores al sentarse incluso al andar, además de continuas infecciones de orina, de riñón, infertilidad... y es el mayor factor de muerte en partos porque las terribles cicatrices impiden la dilatación”. Cuenta que en Guinea Bassau, país en el que centran su trabajo, “algunos hombres dicen saber si una mujer está mutilada porque el dolor le hace andar de una forma peculiar”.Se trabaja con las mujeres, para concienciarlas de que deben superar sus tabúes. “No quieren hacer daño a sus hijas -dice Ruth- pero creen que así son más puras, se van a casar mejor y sus hijos serán más fuertes. Pero sobre todo tienen miedo al rechazo social”.
El proyecto Esperanza de las Hermanas Adoratrices lleva años trabajando con mujeres africanas, víctimas de trata. Marta González su coordinadora, explica en COPE: “ Es una forma más de violencia machista. Hacemos talleres con mediadoras que también han sufrido esa mutilación para que , en un ambiente de confianza, se sientan seguras y apoyándose entre todas, puedan evitar ese sufrimiento a sus hijas o hermanas”