La sequía adelanta la campaña contra incendios: "Ya apenas hay meses en los que no haya riesgo"
Más de 40.000 hectáreas han ardido en el primer trimestre de 2023
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Solo en el primer trimestre del año se han quemado más de 40.000 hectáreas en España. Nuestro país ha sufrido una mayor pérdida de superficie boscosa en estos 3 meses que en todo 2010, 2014 o 2018.
Debido a la actual situación de sequía y de altas temperaturas, la previsión es que las cifras empeoren este verano especialmente si no llueve esta primavera, lo que ha llevado a Gobierno y Comunidades Autónomas a adelantar sus campañas estivales de lucha contra los incendios.
“Este primer pico de incendios ocurre todos los años en esta época que coincide con el final del invierno y el comienzo de la primavera hasta que la vegetación brota y la superficie quemada es muy aleatoria. Suele afectar a las montañas del Cantábrico y también al Mediterráneo. Influye mucho la meteorología y el viento. En cuanto hay una situación que lo propicia hay incendios en estas zonas y es precisamente lo que ha sucedido este año” explica a COPE Eduardo Rojas Decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes.
EXCESO DE BIOMASA
El cambio climático es un acelerador de incendios, pero, a su juicio, lo que más influye es el abandono rural. Y es que según Rojas “el cambio climático te da más números en la rifa, pero el verdadero problema no es que se desencadene un fuego, sino que pueda recorrer enormes extensiones simplemente porque tenemos un exceso de continuidad de biomasa y justo de biomasa fina que es la que más arde”.
En 2022 la superficie quemada alcanzó el triste récord de 250.000 hectáreas en España, muy por encima de las 150.000 hectáreas de superficie forestal afectada de media anual en las últimas décadas según los registros oficiales del ministerio para la Transición Ecológica (98.000 hectáreas de superficie desarbolada y 59.000 hectáreas de superficie arbolada en algo más de 12.000 siniestros de media al año) y de las 100.000 hectáreas de media anual en la década de 2006 a 2015, la última de la que hay datos.
Los informes “Los Incendios Forestales en España” del ministerio recogen la evolución de los fuegos por décadas, siendo la última la que va de 2006 a 2015. Las principales magnitudes indican que la media de número total de incendios anuales por década ha caído desde 1996. También ha disminuido la superficie arbolada que arde anualmente que ha pasado de superar las 92.000 hectáreas anuales entre 1986 y 1995 a las 32.000 hectáreas de media por año entre 2006 y 2015.
DÉFICIT HÍDRICO
Aunque esa sea la tendencia, la variabilidad interanual de las lluvias es muy grande y también hay grandes diferencias entre territorios que pueden dar lugar a años de máximos como 2022. A esto se une el déficit hídrico, particularmente pero ya no solo en el periodo estival, que provoca que la vegetación esté predispuesta a arder en buena parte del territorio.
De hecho y según el experto en Lucha Contra Incendios Forestales de Tecnifuego “a día de hoy con las temperaturas que tenemos el riesgo de incendios se amplía cada año y ahora ya apenas hay meses en los que no haya riesgo de incendio. Fuegos como el último de Castellón que se desató en marzo y arrasó más de 30.000 hectáreas no eran antes tan comunes”.
Es algo que ha llevado al Gobierno y a algunas comunidades autónomas a adelantar varias semanas la campaña estival de lucha contra incendios desde mediados de junio, como solían, a mayo por el temor a los incendios que puedan producirse en las próximas semanas.
VERANO COMPLICADO
Entretanto, y puesto que las competencias directas en materia de incendios las tienen las distintas comunidades autónomas, estas se preparan para afrontar un verano complicado, después de que los incendios hayan comenzado ya esta primavera.
Andalucía, se suma ahora a Madrid, Valencia y Cataluña en el establecimiento por Decreto Ley de un “Mando Único” para hacer frente a todas las emergencias, incluidas las forestales.
Aunque la tendencia es a una reducción del número de grandes incendios forestales, los que superan una superficie quemada superior a las 500 hectáreas, debido a la multiplicación y a la mejora de tanto de los dispositivos antiincendios como de su dotación humana y de equipamientos, hay circunstancias como las que actualmente se dan de ola de calor temprana tras un acusado periodo de sequía en parte de la península que los propician como ocurrió en 1994, entre 2004 y 2007 o en 2012.
Además, en este tipo de fuegos sí ha ido a más la superficie quemada que ha pasado de las 2.000 hectáreas de media en el siglo XX a las 2.500 hectáreas de media en el siglo XXI. Y la evolución en los últimos decenios también apunta a un aumento de grandes incendios con situaciones excepcionales de enormes superficies.
FOCOS SECUNDARIOS PELIGROSOS
Los grandes incendios son la principal amenaza para la seguridad de las personas. Solo en 2022 obligaron a evacuar a 30.000 personas. El 20 por ciento de estos grandes fuegos se produjeron además fuera del periodo de activación de la campaña contraincendios.
“Estamos viendo incendios cada vez más voraces, capaces de quemar grandes superficies, los llamados incendios de sexta generación en los que la temperatura es tan alta que la humedad de los árboles se evapora formando nubes y que se retroalimenta como una gran chimenea que va arrastrando y quemando material y que cuando se enfría puede dar lugar a focos secundarios muy peligrosos para los cuerpos de extinción”, subraya Bosch.
Considera este experto que quienes como él viven en zonas de monte deben tener sus propios planes de autoprotección “equipos antincendios en las urbanizaciones por ejemplo dotaciones de hidrantes con mangueras para poder ayudar hasta que llegan las dotaciones de bomberos”.
ABANDONO RURAL Y FALTA DE CAMINOS
Y todo porque, según señala, los campos se han visto sustituidos progresivamente por bosques, debido al abandono rural, y porque esos árboles deben vivir cada vez con menos agua por la falta de lluvia y el aumento de la temperatura. Y por eso mismo motivo hay muchos árboles que terminan muriendo y se convierten en leña lista para arder.
A esto hay que añadir según Rojas que “no hay caminos, no hay interrupciones de vegetación por el abandono de los bosques y el emboscamiento de la agricultura y una continuidad de masa forestal que es la causa principal del problema”.
La tecnología reconoce si está sirviendo para hacer modelizaciones en función de la zona geográfica, del clima y de las previsiones de factores que pueden contribuir a avivar las llamas como el viento: “diseñando esos incendios tipo más críticos se identifican los puntos estratégicos de gestión que son aquellos en los que el fuego tiene un momento un lapsus, de debilidad en su expansión. Si en esas zonas reduces la vegetación puedes generar la oportunidad de frenar su avance y, a partir de ahí, acabar con él”.
SOLUCIONES
Las soluciones para limitar en el futuro el riesgo de incendios pasan según los expertos consultados por COPE por:
-Abordar el problema del minifundio en toda la zona del noroeste y del Mediterráneo que son las más críticas.
-Abordar el problema de despoblación en el interior
-Gestionar los montes
-Generar discontinuidad en los puntos estratégicos
-Mejorar la accesibilidad de las fuerzas anti incendios
-Limpieza forestal
-Reintroducción de la ganadería extensiva
Las autoridades hacen además un llamamiento a la responsabilidad de agricultores, ganaderos y de la ciudadanía para evitar riesgos. Piden seguir las normas autonómicas de prevención de incendios y los periodos autorizados para realizar quemas de rastrojos. Recuerdan que está prohibido encender hogueras en el monte y terrenos próximos. Piden no arrojar cigarrillos, basuras, botellas de vidrio o cualquier otro elemento que pueda ser susceptible de provocar fuego.
¿QUÉ HACER SI TE SORPRENDE UN INCENDIO?
En caso de verse sorprendido por un incendio forestal, desde el Comité Estatal de Coordinación y Dirección contra Incendios (CECOD) piden avisar al 112 de inmediato, no adentrarse en el monte o bosque además de buscar zonas de gran visibilidad y libres de material combustible.
Y todo porque las perspectivas, con los embalses al 49,6 por ciento de su capacidad con 10.524 hectómetros cúbicos menos de agua que la media de la última década, las previsiones meteorológicas para la primavera tampoco son buenas para limitar el riesgo de incendios.
El invierno terminó con sequía, en abril apenas ha llovido y el pronóstico de AEMET apunta a una primavera más cálida de lo normal y solo más precipitaciones de las habituales en el oeste y la zona central de la Península.