Aprender a vivir solo sin aislarse
Para ello es clave buscar sentido la vida para no sentir el vacío del nido. En España 1 de cada 4 hogares son unipersonales
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Tras quedar viuda hace 8 años, Carmen Martín tuvo que aprender a vivir sola, sin aislarse. Tiene 3 hijos y 4 nietos, pero asume que ellos tienen su vida y ella la suya: “si vienen los disfruto, que no, pues disfruto conmigo porque no puedes sufrir”. Esta vecina del barrio madrileño de Villaverde de 77 años no pierde un segundo de su vida, ha desarrollado todo tipo de herramientas para combatir la sensación de soledad que, a veces, admite le asalta, sobre todo, los fines de semana.
En España son 5 millones, las que viven solas. 1 de cada 4 hogares según el Instituto Nacional de Estadística son unipersonales. El 40 por ciento son personas mayores de 65 años. Para algunos es algo voluntario, para otros no.
“Yo estoy sola aquí en el pueblo todo el verano, mis hijos hacen su vida y yo sola me monto mis paseos, me leo un libro y sí, hay ratos en los que me digo hay que ver, pero salgo, me voy a un parque y me siento en un banco y me pongo a charlar con el primero que llega”, explica Carmen desde la localidad madrileña de El Encinar de los Reyes.
Su familia es una de sus redes, pero no la única “les llamo si les necesito, pero no porque me sienta sola. No les voy a llamar y decirles que vengan por eso. Es más, prefiero que me llamen ellos que caer en esa rutina de ser yo la que cada día descuelga el teléfono mientras ellos piensan que ya les estoy llamando otra vez”.
Desarrollar estrategias para afrontar la soledad
Carmen ha sabido y ha podido tejer otros grupos y aportar su experiencia por ejemplo en proyectos municipales. Forma parte de las llamadas “lideresas de los Centros de Mayores de Villaverde” y con otras vecinas y amigas tienen un programa de radio semanal de hora y media con el que además de aportar se divierten.
Entre sus preocupaciones, otros mayores que no tienen tanta actividad y que dependen de unos centros de día que no acaban de abrir sus puertas. Mónica Ramos profesora de Antropología y de Psicología de la Universidad Complutense también lo encuentra indignante.
“Se ha reabierto todo, los bares, los colegios, las universidades y no se abren los centros de mayores, cuando son espacios al que algunas personas mayores es el único lugar al que van para ver a personas con las que comparten intereses o para hablar de la actualidad. Estamos organizando todo, hasta el ocio nocturno y no estamos organizando estos espacios donde los mayores socializan a diario y donde llevan a cabo todo tipo de actividades culturales, formativas y recreativas que han visto cortadas en seco y con un parón que se prolonga bastante más de lo necesario” denuncia Ramos.
También Berta Ausin profesora de Psicología de la Complutense comparte la importancia de facilitar a las mayores alternativas de proximidad más allá de las que les brindan sus familias o amigos.
“Lo importante es crear redes comunitarias, no solamente las redes familiares y de amigos sino también las vecinales y comunitarias e intergeneracionales” subraya Ausin.
Tanto Ramos como Ausin consideran que la soledad es un fenómeno complejo y multifactorial con causas y consecuencias interrelacionadas y que merece un estudio más en profundidad puesto que, a menudo, se asocia soledad a la vejez y no tiene por qué ser algo asociado a la edad, sino que también influyen otros factores como la personalidad. Tampoco consideran que estar solo sea necesariamente negativo.
“Hay que cambiar de visión y ver la soledad como una oportunidad para todos para crecer como personas y saber que hay personas que están encantadas de estar solas”, señala Ausin.
Para Ramos: “yo creo que lo que deberíamos es estudiar mucho más el fenómeno de la soledad y por qué tenemos una valoración, en general, tan negativa de la soledad cuando, en muchas ocasiones, los psiquiatras y psicólogos te dicen que solo crecemos cuando estamos en soledad, cuando reflexionamos, cuando nos paramos a pensar, cuando leemos, cuando escuchamos música”.
“Si has aprendido a gestionar mucho más tanto cómo te sientes contigo mismo como el cómo te sientes con los demás es mucho más fácil que puedas hacer actividades a solas que sean gratificantes y también con los demás” considera Ramos.
Para ella “que una persona mayor viva sola no tiene por qué ser un problema social, el problema viene si esa persona se siente aislada y siente que vivir a solas es un problema para ella. Es decir, que el problema es el sentimiento de soledad y no el hecho de vivir sola o sin nadie”.
Cuando esto ocurre, las consecuencias para la salud son importantes. “Aumenta la posibilidad de sufrir depresión, ansiedad y deterioro cognitivo entre otros factores relacionados con la mente. A nivel de conducta, disminuye la actividad física y hay problemas de sueño, también de adicciones, sobre todo, alcoholismo y malnutrición y todo ello, a su vez, genera nuevos problemas que merman el estado psíquico y físico de una persona” subraya Ausin.
Buscar sentido a la vida
Para ella una de las claves es “buscarle el sentido a la vida para no sentir ese vacío”. Para Ramos, es interesante desarrollar estrategias para afrontar la soledad. Para las dos el que haya un entramado que facilite el contacto y los encuentros entre personas mayores.
Para Carmen el secreto está en saber reírse de uno mismo, en el sentido del humor y disfrutar cada minuto de vida en una etapa en la que se han superado buena parte de los complejos, respetando a los demás y haciéndose respetar. Trata de gestionar lo mejor posible las emociones negativas que, a veces, surgen. Además, es importante, nos cuenta, la generosidad, el estar al servicio de los demás y compartir con ellos tus habilidades. Ser positivo y buscar proyectos también ayuda y agradecerle a la vida cada nuevo día. Toda una hoja de ruta para convivir con la soledad.