Así ha cambiado la variante ómicron todas las preguntas que teníamos sobre la pandemia
En este informe COPE analizamos la evolución de la covid-19, que nos enfrenta a nuevos paradigmas
Publicado el - Actualizado
5 min lectura
Restricciones diferentes, contagios que marcan récord, presión hospitalaria más o menos controlada y medidas de contención del virus que ya no sirven. Un año después de la tercera ola, nos movemos entre la esperanza de que esta nueva variante sea la puntilla final a la enfermedad y la incertidumbre de cómo protegernos frente al contagio: ómicron nos ha cambiado las preguntas, pero nos deja igualmente sin Nochevieja.
Las restricciones son muy distintas a las de hace un año, cuando las comunidades aplicaban limitaciones a la movilidad entre autonomías y toques de queda. Han sido 8 los territorios que hasta el momento, han decidido imponer limitaciones más estrictas. Aragón, Navarra, País Vasco, La Rioja, Cantabria y Asturias se han puesto de acuerdo para intentar detener la rápida propagación del coronavirus. A estos, se le suma Cataluña, que ya había impuesto sus normas hace una semana; y Galicia, que impone también varias restricciones para esta Nochevieja. La franja de edad donde hay más contagios oscila entre los 20 y los 29 años, donde la incidencia acumulada supera ya los 2.400 casos por cada 100.000 habitantes, lo que hace deducir que se están produciendo en el ámbito social y no tanto en el familiar.
A pesar de las medidas de contención aplicadas hace un año, el record de incidencia acumulada en lo que llevábamos de pandemia se registró durante la tercera ola, el 27 de enero, con una incidencia acumulada de 889,93 contagios por cada 100.000 habitantes, una broma visto desde la perspectiva de estos últimos días: tras la Navidad la incidencia acumulada está ya por encima de los 1.500 casos casi el doble, y batiendo record de contagios cada día: 100.000 en las últimas 24 horas, sin precedentes.
En la parte positiva de la balanza, la menor gravedad de la enfermedad: las camas ocupadas en hospitales por pacientes COVID son algo cerca del 9% y las UCI tienen una presión del 19,10%.
Acabamos el año que un dibujo totalmente diferente al que diseñó la pandemia hace un año: restricciones distintas, más contagios, menos gravedad. Pero con mucha incertidumbre. Los expertos nos recomiendan no bajar la guardia. El catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid Víctor Jiménez Cid asegura que aunque la variante omicron que ahora nos azota “puede ser una versión muy transmisible pero menos violenta, no nos confiemos, porque mucha transmisión, provoca a su vez más casos graves, por pura estadística”.
En los primeros momentos de la pandemia, se calculaba que en nuestro país había unos diez millones de personas especialmente vulnerables a la enfermedad. “Y es que por muy poco virulenta que sea esta enfermedad al ser la transmisión tan alta, los números suman”. Por ahí puede venir el susto que nos pueda dar esta nueva variante. “un 0,8% de ingresos en UCI son 8 de cada 1.000 y se infectan miles y miles de personas, es más de lo mismo pero una incidencia muy alta no va a causar una ola de hospitalizaciones y fallecimientos como en las olas anteriores, porque estamos vacunados, sino fuera así esto sería horrible”.
Que las vacunas, un año después de aquella tercera ola, nos están salvando la vida es un consenso científico unánime, explica el microbiólogo que “sabemos que nos protege de la enfermedad grave, no del contagio sobre todo con estas nuevas variantes, que son ya la versión 2.0 de la enfermedad, pero sí que generan suficiente inmunidad celular como para impedir que el virus pase a los pulmones, esa exacerbada inflamación, esa tormenta de citoquinas (proteínas que activan la respuesta inmunológica y facilita el síndrome inflamatorio) todo lo que causa enfermedad grave. Eso lo están impidiendo las vacunas salvo en personas que tienen problemas de base para desarrollar inmunidad o casos aislados susceptibles de sufrir una enfermedad grave”.
También hemos querido saber si realmente el virus es menos virulento. Víctor Jiménez Cid, no se atreve a afirmarlo. Es pronto, pero sí recuerda que los estudios preliminares que se hicieron en su día en Sudáfrica centrado en los no vacunados, determinaba que incluso en ellos la hospitalización se reducía un 29%.
La evolución de este virus recuerda a la de la gripe de 1.918, pero en un contexto diferente, porque entonces no había vacuna y se dejo que el patógeno evolucionara por sí mismo.”El virus va evolucionando a la forma más transmisible que es la que le da más éxito y matar a la gente le impide la transmisión: si mata al hospedador deja de transmitirse. De alguna manera es lo que está haciendo este virus. Este es un virus-explica- que no evoluciona tan de prisa como el de la gripe que comete muchos errores y muta muy rápido, aunque está evolucionado muy rápido, más deprisa de lo que esperábamos, porque estas variables nuevas son un salto cualitativo, porque lo estamos dejando circular masivamente en el mundo, le estamos dando muchísimas oportunidades de cambiar: entonces es lógico que evoluciones a una forma más atenuada y con más capacidad de contagio, que es lo que hacen estos virus”.
Y ahí está su debilidad y su peligro, nos cuenta el microbiólogo. Por un lado, “estos virus con transmisión tan explosiva, provocan que al igual que sube la onda de contagios igualmente va a bajar, porque lo que hacen es generar inmunidad en mucha población muy rápido y esa población va a mantener esa versión del virus a raya y va a hacer que se deje de transmitir de manera radical, serán picos muy agudos con un número de casos muy altos pero que también probablemente remitirán muy rápido”. Es la parte más positiva. Pero sin embargo es muy probable que tengamos más olas de este tipo, “eso dependerá de cómo dejemos evolucionar al virus para que surjan nuevas variantes para las que las vacunas no funciones, que es lo que ha pasado en esta ola en cuanto a contagios. Aparecerán variantes nuevas porque hay países donde la gente no está vacunada, podemos tener episodios en el futuro no muy distintos de estos, pero hay que estar prevenidos”.
El cambio de la enfermedad nos enfrenta a nuevos paradigmas, y no solo referidas a la duración de las cuarentenas para los infectados. Asegura el catedrático de la Complutense que “la transmisibilidad del virus ha cambiado con omicron, por eso hay muchas cosas que hay que revisar, por ejemplo qué se considera ahora contacto estrecho, seguimos hablando de aquellas personas con las que estamos más de 15 minutos sin mascarilla… eso ya no vale, a lo mejor con esta variante son 5 o 15 segundos”.