El buen jefe: la quinta componente del Equipo A
Controladores o despreocupados, los dos perfiles más abundantes
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En nuestro país hay más de 21 millones de trabajadores que hoy celebran su día, #DíaDelTrabajador. Casi 14 millones lo son por cuenta ajena en el sector privado en España. La mayoría son empleados a cargo de un jefe cuyo estilo puede alegrar o amargar su existencia. Los expertos en recursos humanos identifican dos tipos de liderazgo: el micromanagement o macromanagement. El controlador y el despreocupado. Ambos tienen ventajas e inconvenientes para sus subordinados y las empresas.
El trabajo ocupa una gran parte de nuestro tiempo. Ser felices y estar a gusto, es fundamental para nuestra salud física y mental, y gran parte de ese bienestar proviene de cómo se comportan nuestros jefes con nosotros... y nosotros con nuestros jefes. “No hay equipos perfectos y pretender tener equipos perfectos es una fuente de frustración. Tampoco hay jefes perfectos”, explica Manel Fernández Jaria, experto en relaciones laborales y formador de directivos.
Agatha ha tenido muchos trabajos a pesar de su juventud... y no muy buena suerte. Los ha tenido controladores puros “más que controladores, déspotas”, y jefes despreocupados que cargaban sobre sus hombros responsabilidades que no le correspondían y sobre las que luego le pedían cuentas. “Ha habido trabajos en los que he sido muy infeliz, y otros en los que me arropaban mis compañeros para poder sobrellevarlo”. Los jefes “lo poco que me han dado han sido quebraderos de cabeza, angustia... en esos perfiles. He tenido otros jefes de otros perfiles que eran maravillosos, son los menos, escasean, pero también he tenido la suerte de trabajar con ellos”.
Un perfil para cada momento
“El jefe controlador se asemeja al autoritario -explica el experto-. Puede parecer en principio que esto no tiene ninguna ventaja, pero en ciertas ocasiones puede ser una buena solución, por ejemplo en momentos de crisis, o en momentos en los cuales se requiere un rumbo claro... ".
El jefe despreocupado “da poca orientación al grupo y deja libertad a sus miembros”. Tiene algunas ventajas, “por ejemplo si trabajas con gente muy experta dejas que toda la capacidad de estas personas se exprese y si además este equipo tiene tus mismos objetivos sería una buena solución. Sin embargo, podemos caer en un estilo más flexible en que el equipo sea menos productivo o incluso los roles y las responsabilidades, al no quedar claras, se produzcan más tensiones”.
El formador de directivos “no descartaría ningún tipo de liderazgo porque lo importante es que el jefe sepa manejarse bien entre tres o cuatro perfiles y saber adaptar a las necesidades de los trabajadores y al momento el estilo más adecuado”.
El Equipo A
Fernandez Jaria señala que lo importante es saber manejar varias formas de liderar a la vez. Un ejemplo perfecto para el experto es el 'Equipo A', aquel que se hizo muy popular en los años 80.”Hasta que llegó la quinta integrante se llevaban muy mal entre ellos. Había todos los perfiles de empleados: el vago redomado, el gruñón, el aséptico y hasta el ególatra. Pero la quinta integrante supo ver que no era un vago, sino que le gustaban ciertos puestos de trabajo, el gruñón era una persona muy ordenada... Esa es la misión del líder, ver la capacidad de poner a la persona en el lugar adecuado”.
El perfil de jefe bueno para una empresa no depende ni de los perfiles profesionales, ni del sector, ni del tamaño. “Al final las organizaciones son como las plantas, hay que cuidarlas, hay que mimarlas y en ese sentido no veo diferencias. En equipos técnicos muy potentes tienes que dejar a los trabajadores que funcionen, pero eso requiere una gran visión.
Qué esperan los trabajadores de su líder
Los trabajadores lo que quieren “es que le inspiren, que les apoyen que les orienten, no suelen esperar órdenes vacías, suelen esperar, sobre todo los jóvenes, comunicación, explicación, porque el trabajo tiene que tener cierto sentido y cierto impacto, por eso, para acercarse a los equipos el contacto es fundamental, y luego, por supuesto el contrato. El contrato no es lo que firmamos en recursos humanos, es lo que yo espero de ti, lo que esperas de mí, las expectativas, las responsabilidades, esos dos puntos hacen florecer la confianza siempre”.
¿Puedo tener una amistad con mi jefe?
Le preguntamos de nuevo a Agatha si en algún momento llegó a establecer lazos de amistad con su superior en el trabajo. Y efectivamente sí. Durante 5 años trabajó en una academia y estableció una relación de confianza y amistad con su jefe. Eso se convirtió “que se aprovechaba de esa confianza y gratitud y me perjudicó gravemente, porque cuando me quise dar cuenta yo había dado todo a cambio de promesas que nunca llegaban a pesar de mi entrega. Hoy ya no trabajo con él. Todo se complicó. Yo le hice todo tipo de favores: desde que suene una alarma a las tres de la madrugada en el local y yo me desplace sin gratificación ni gratitud, hasta irme a hacer de niñera a casa de mi jefe para que saliera con su mujer. Yo pensaba que era un quid pro quo y pequé de ilusa. Se aprovechó”.
El experto nos apunta a que algo así puede ocurrir y advierte que “para mantener una relación de amistad con un jefe o con un subordinado tiene que haber unas premisas muy claras porque hay ventajas e inconvenientes”. La amistad es una vía de doble sentido y ambas partes comparten el mismo poder en la amistad, pero en el trabajo es diferente. “Tener un jefe con el que tienes una amistad profunda -apunta Fernández Jaria- puede tener ventajas como el apoyo emocional o social, puede promover una comunicación más abierta, mayor compromiso, puede haber un ambiente de trabajo más agradable, mayor amistad e incluso la colaboración puede ser más sana. Pero si no se tienen en cuenta unas premisas puede haber inconvenientes como el favoritismo percibido, conflictos de intereses, dificultad para establecer límites... pero desde mi perspectiva tener un amigo en el trabajo aunque sea tu jefe siempre es una excelente oportunidad, siempre y cuando tengamos claros algunos límites”.
¿Qué buscan las compañías?
Que conozca la parte técnica de su trabajo pero también de personas “y a partir de la propia personalidad y experiencia hay que tener un estilo que pueda evolucionar con el tiempo y que sea adaptativo para cada circunstancia. El estilo tiene que estar enfocado a la transformación, pero hay que manejar tres o cuatro estilos y saber aplicar en cada ocasión el más adecuado. Eso es tener una gran visión”.