8 de cada 10 chicas sufren acoso y necesitan el apoyo de su entorno
En 6 de cada 10 casos la víctima sufre acoso afectivo y sexual, normalmente a cargo de un único agresor, en el resto los insultos, amenazas o difusión de falsedades
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Casi 8 de cada 10 mujeres de entre 16 y 24 años han recibido mensajes insistentes o fotos explícitas por medio de aplicaciones o redes sociales, algo que la mayoría no identifica como acoso. En 6 de cada 10 casos la víctima sufre acoso afectivo y sexual, normalmente a cargo de un único agresor, en el resto los insultos, amenazas o difusión de falsedades que lleva a cabo un grupo y en el ámbito educativo. Tienen un impacto diferente, pero en los dos casos lo mejor que puede hacer el entorno es apoyar hasta ponerle fin.
Naya tiene 23 años y forma parte del 45 por ciento de las chicas que identifica que esos mensajes, fotos y comentarios no deseados y reiterados, así como la publicación de información o imágenes personales sin consentimiento, es acoso: “no me han llegado a mandar fotos que no he pedido, pero sí de estar insistiendo mucho por medio de mensajes constantes y audios y lo que he hecho es bloquear ese contacto y todo: le bloqueé en Instagram, en WhatsApp y el teléfono. Y tuve la suerte de que no vivía en Madrid y que no me podía perseguir. Y si publicado una foto privada mía hubiera ido directamente a la policía”.
Quien sí fue a la policía fue Irene, de 23 años, después de recibir más de 20 llamadas por parte de una persona anónima que obtuvo su teléfono de contacto por su página web profesional como diseñadora e ilustradora autónoma. La llamó de octubre a diciembre insistentemente y haciéndole ver que “consumía sus fotos de una manera totalmente sexualizada”.
“Al llamarme por oculto yo no podía bloquear ese número y decidí grabar las llamadas. Lo denuncié y al parecer 13 llamadas no fueron suficientes en el juicio como para demostrar que esa persona fuese culpable, así que, a pesar de denunciarle y recurrir la decisión, perdí el juicio. Él no me volvió a llamar, pero tampoco estoy segura de que no siga haciendo lo mismo”, lamenta Irene.
La mayoría no son conscientes de ser víctimas de acoso
Uno de los mayores problemas, además de la no siempre eficiente respuesta institucional y/o policial, es que la mayoría de las jóvenes no reconocen ser víctimas de acoso, algo que corrobora esta joven madrileña: “esto es común me ha pasado con mis amigas que tienen novios que yo pienso que no es normal como las tratan, pero ellas no lo ven, se lo tratas de decir, pero es difícil intervenir porque realmente no lo quieren ver”.
Y es que como explica a COPE Miguel del Nogal, psicólogo de la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (AEPAE): “hay unos ciertos patrones comunes dentro de las víctimas de acoso, sea del tipo que sea -afectivo-sexual como quienes sufren acoso escolar o ciberacoso-por ejemplo, la ley del silencio, la sensación de normalización, la culpa, todo eso está en todas las víctimas”.
Según un reciente estudio del Instituto de las Mujeres, el acoso afectivo-sexual es el más habitual, lo sufren el 66 por ciento de las chicas frente al 34 por ciento que son víctimas de ciberbullying.
3 de cada 10 jóvenes asegura haber recibido comentarios y fotos sexualmente explícitas sin solicitarlas; el 25 por ciento recibe mensajes insistentes para quedar o intimar incluso después de no responder o rechazar la invitación. El 20 por ciento denuncia haber sufrido amenazas, insultos, burlas o mensajes hirientes a través de sus redes sociales; un 13% dice que se han difundido o le han amenazado con difundir secretos, información personal o imágenes sin su consentimiento; y un 9% insultos y amenazas después de no contestar o rechazar a una persona. Este escenario se produce, según el informe, principalmente a través de Instagram (80%), seguido de WhatsApp (48%) y Facebook (17%).
Del entorno necesitan apoyo y búsqueda de soluciones
6 de cada 10 jóvenes víctimas de acoso intentan resolver la situación en solitario o recurriendo a una amiga. Lo siguiente más frecuente es contarlo a su pareja y menos de 2 de cada 10 recurren a su madre.
“Como padres o madres lo que hay que hacer es generar confianza con los chicos y trabajar la identidad de las personas, el que son únicos, y trabajar las emociones, el control de la frustración y el hacerles ver que también que los chicos entiendan que tienen el legítimo derecho a defenderse”, asegura Del Nogal.
Concretamente en casos de abuso afectivo sexual y para la psicóloga educativa Amaya Prado recomienda: “ante todo escuchar, validar, comprender, dar confianza, intentar no regañar por haber compartido contenidos inadecuados con terceras personas ni moralizar sobre lo que ha hecho o ha dejado de hacer. Ya habrá tiempo más adelante para poder hablar de educación sexual o de cómo usar las redes sociales en ese primer momento el mensaje debe ser te estoy comprendiendo y vamos a ponerle solución”.
Para esta profesional del Colegio Oficial de Psicología de Madrid está claro por los casos que llegan a su consulta que la inmadurez afectivo sexual de las víctimas les hace a sentirse culpables al haber compartido por ejemplo fotos íntimas suyas o pantallazos de conversaciones privadas algo que a posteriori consideran que no está bien, que ha sido un error. La mayoría no quiere que se enteren sus padres, se sienten, según explica a COPE, responsables de lo que les está pasando cuando el único culpable y responsable es el acosador.
“Lo primero que debemos hacer es desmontar esa ida con la que llegan de que ellas se lo han buscado y hacerles ver que ellas no son culpables de nada sino víctimas de una violación de su intimidad absolutamente denunciable tanto social como jurídicamente cuando se producen de forma insistente y repetitiva. Después también trabajamos sobre el buen uso de las redes sociales y de las aplicaciones de móvil y a lo que se debe y no se debe compartir en ellas” señala Prado.
Las 3 facturas del acoso: física, psicológica y social
Según el informe del Instituto de las Mujeres, aunque la mayoría de las víctimas de acoso tienen sentimientos negativos como enfado, impotencia o asco (59 por ciento) y también inseguridad o temor (57 por ciento). El 16 por ciento siente culpa.
Todo esto pasa factura en la salud mental que sufren estas mujeres. Para 4 de cada 10 se traduce en un cuadro clínico de depresión, paranoia, ansiedad o trastornos de la alimentación. Un 12 por ciento tiene pensamientos suicidas. Las víctimas modifican también su comportamiento en el día a día. En 7 de cada 10 casos evitan volver a casa solas por la noche. Claras muestras de cómo un acoso que se produce sobre todo online se traslada a la vida real de estas jóvenes.
Las secuelas en el caso del acoso escolar son también duras de sobrellevar y pueden prolongarse mucho en el tiempo, "peores cuanto más se hayan prolongado en el tiempo y si es ciberacoso porque la víctima está accesible las 24 horas al día los 365 al año y si es de forma anónima lo que genera una sensación de desamparo y de impunidad a la víctima y facilita un comportamiento aún menos empático por parte del acosador. Al impacto físico con la somatización del acoso se suma el psicológico, entre ellos ansiedad, tristeza, ideación suicida y baja autoestima y las secuelas sociales, la más común el aislamiento”, señala Del Nogal.
Para este experto es preciso abordar cuanto antes esta situación porque la normalización del acoso escolar “hace que una persona asuma como normal la violencia y se quede encerrada en su rol de acosado, algo que puede arrastrarse toda la vida si no se aborda”.
Un abordaje que actualmente y según los expertos, es claramente insuficiente.