3 de cada 4 trabajadores no desconectan al salir del trabajo
Nuestro apego al teléfono móvil es el principal motivo
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El 75 por ciento de los trabajadores no logra desconectar al salir del trabajo según señala el último "Informe sobre Desconexión Digital" de Infojobs. Fuera del horario laboral-incluso en verano- es moneda corriente seguir atendiendo correos electrónicos, mensajes y llamadas profesionales. Pero esa permanente conexión pasa factura a nuestra salud además de afectar negativamente a nuestra productividad en el trabajo. La cada vez mayor dificultad para separar el mundo profesional del personal se llama teléfono móvil.
, y, por tanto, es muy difícil que, tanto en vacaciones, como fuera de nuestro horario laboral no le echemos una miradita, pero la diferencia entre mirar de reojo y dedicar tiempo a contestar un correo puede ser definitiva porque en el primer caso estamos hablando de unos segundos y en el segundo -sobre todo si tienes que esperar que a su vez te respondan- puede superar la hora” explica a COPE el director del Master de Recursos Humanos de
, Pedro Martínez.
Perfiles de trabajadores permanentemente conectados
No todo el mundo sabe desconectar o está dispuesto a aparcar el móvil para poder hacerlo, pero algunas profesiones o puestos de trabajo lo hacen casi imposible.
“Hay muchos trabajadores cuyo contrato implica la obligación de estar conectados e incluso localizables. Trabajadores del ámbito de la salud, la seguridad, la informática o los servicios. Y las estadísticas muestran quienes menos desconectan son los autónomos y, en general quienes tienen su propio negocio y, entre los trabajadores por cuenta ajena, quienes ocupan puestos directivos especialmente aquellos que trabajan con países con diferentes usos horarios” subraya Martínez.
¿Cómo hace el 15 por ciento que sí logra desconectar?
Poder desconectar implica limitar nuestro apego por el móvil, algo que según los expertos consultados por COPE requiere tanto de voluntad y disciplina como de entrenamiento diario y los fines de semana. Y todo porque, quienes miran si hay mensajes del trabajo después de su horario laboral o el fin de semana, subrayan, tienen bastante más papeletas señalan en consultarlos e interactuar durante las vacaciones.
“Yo soy parte de ese 15 por ciento, pero porque no tengo ninguna red social, soy cero usuaria y vivo perfectamente feliz. Disfruto de la desconexión porque prefiero hacer otras muchas actividades presenciales” explica a COPE la psicóloga y profesora de Deusto Salud, Eva Soto.
Si la mayoría de las personas tienen dificultades para desconectar es, explica Soto, por lo que se conoce como el síndrome FOMO, acrónimo en inglés de “
” (“fear of missing out”), que es la angustia de algunas personas de temen ser excluidos o perderse algo si no están constantemente al día de cada información o evento.
Consecuencias para la salud
La imposibilidad para desconectar, la incapacidad para apagar el teléfono en algunos momentos o de salir de casa en vacaciones o en nuestro tiempo libre, sin nuestro dispositivo inteligente alegando argumentos que son, a veces, meras excusas, pasan factura a nuestra salud física y mental.
La desconexión en vacaciones es más fácil a partir de los 10 a 12 día seguidos de descanso. Si además logramos ese “detox digital”, explican, nuestros niveles de estrés descenderán automáticamente, descansaremos mejor y nuestro cerebro trabaja de forma más creativa y eficaz.
El estar permanentemente conectados provoca, según recalca Martínez, “tener disparados los niveles de ansiedad, tener insomnio, tener una sobrecarga mental grande incluso caer en pequeños problemas de depresión, tener problemas en la familia”.
Hábitos corporativos muy distintos
Varias leyes protegen el derecho de los trabajadores a poder desconectar del trabajo en su tiempo libre, pero en lo que al final hacemos influye mucho la cultura corporativa, además de nuestra personalidad.
Cristina, de 28 años, reconoce que “no desconecto nada, nada. Siempre estoy mirando el correo o si me ha escrito alguien por Teams, mirando el Linkdn. Reconozco que da igual que sea lunes que miércoles que domingo, al final siempre estoy pendiente del teléfono. Pienso que es importante desconectar, pero o no me sale o no puedo y me siento un poco como un ratón que da vueltas en una rueda que no para nunca”.
Su compañera de trabajo en el ámbito jurídico es Melani, de 25 años, y explica a COPE que “los jefes nos mandan correos en cualquier momento y hora, también los fines de semana. Y no es que me lo exijan, pero si yo veo un mensaje de la oficina no puedo evitar no mirarlo”.
José y Pablo lo tienen algo más fácil. Tienen 37 y 39 años respectivamente y trabajan en el sector informático en una aseguradora. Cuando acaba su horario laboral, desconectan al instante en su móvil el perfil del trabajo tanto por la tarde, como fines de semana y, por supuesto, también en vacaciones.
“Desconecto para vivir más en la realidad y tener más contacto con la gente. Tengo las notificaciones en silencio y no respondo a los mensajes al minuto. Simplemente en algún momento del día consulto lo que me ha llegado y con eso más que suficiente. En vacaciones, nada de trabajo y tampoco posteo en redes, casi nada” explica José.
Melani ha llegado a desinstalarse durante varios meses de aplicaciones como Instagram, Facebook o Twitter porque reconoce que le enganchan tanto en lo personal como en lo profesional: “es importante desconectar para desestresarte y para ser feliz, para vivir una vida plena y no obsesionarte con el trabajo”.