Campanada del sistema educativo de Estonia: Estas son las claves y las diferencias con España
Seis minutos de lectura al día, entrada a clase más tarde y no es obligatorio ir a la escuela hasta los 7 años. Pero hay más que explica en COPE el profesor Daniel Gabaldón
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Casi 516 puntos, 38 por encima de la media de la OCDE y a la altura de los países orientales, Estonia, que se reveló ya en 2018 como el primer país europeo con los mejores resultados en el Informe PISA, se consolida en el último estudio. Ritmos más pausados y ajustados a la cronobiología de los estudiantes son dos de las claves de ese éxito académico.
Es una pequeña república Báltica que dio la campanada educativa en los resultados del Informe Pisa correspondientes a 2018. Este año ha vuelto a coronarse en el podium cara a cara con los países orientales, y como primer país europeo en resultados.
Un millón y medio de habitantes, la cercanía con Finlandia y una tradición de lectura propia de los países del norte de Europa. Ritmos más lentos y dos comidas calientes al día sufragadas por los municipios son algunos de los aspectos que los diferencian del sistema educativo español y que son claves de su éxito.
Hasta los 7 años no es obligatorio ir al colegio. “Eso supone un año o año y medio más tarde que en nuestro país. Pero además, si los padres consideran que el niño no está maduro para afrontar esta etapa académica, pueden demorar su incorporación un año más”. Es el primer detalle que destaca el profesor de la Universidad de Valencia, Daniel Gabaldón, especialista en el sistema educativo estonio. Desde la capital, Tallín, nos ayuda a hacer un recorrido por el entramado de la enseñanza de esta pequeña república báltica, que ha destronado a su vecina Finlandia en el ranking educativo más influyente de la OCDE.
El horario lectivo empieza a las 09:30 de la mañana y termina sobre 12:00. Tiene obligación de salir dos veces al patio y hacen siesta hasta que entran en Primaria. “Cuando entran en primaria, la carga lectiva es diferente según van pasando los cursos. No es como aquí que entran con dos o tres años y tienen el mismo horario durante los 10 años siguientes. Conforme el alumno tiene más edad, tiene más capacidad de aprender y, por lo tanto, tiene más sesiones lectivas”. Las clases son de 45 minutos y 15 de descanso. “Eso hace que las sesiones estén muy oxigenadas”.
Descansados y bien comidos
“No madrugan tanto para ir al colegio y digamos -explica Gabaldón-, los ritmos están más adecuados a los ritmos de los niños. Ya lo vimos en Finlandia, si tú te ajustas al ritmo de los alumnos con menos horas, le sacas más provecho de ese tiempo invertido que cuando le dedicas muchas horas, pero están fuera de hora”.
Y en secundaria, los niños no tienen que entrar más pronto que los de primaria. En España, les hacemos entrar a las 08:00 cuando en realidad tendrían que entrar más tarde que los de primaria por el retraso circadiano. Aquí esas cosas están mejor establecidas que en España.
Tienen dos comidas calientes al día. Les dan desayuno y un almuerzo sobre las 12:00, pagada por los municipios “y si se quedan más tiempo tienen una segunda comida que hay que pagar, pero cuesta como 1,10 euros o 1,20 euros”.
Las extraescolares se hacen en el colegio. “Imagina a la profesora de Arte dando tres horas de pintura y los niños se van uniendo a la clase conforme acaban sus actividades”, explica el profesor, no tienen que acudir corriendo a una hora determinada, se van uniendo a la clase conforme terminan sus obligaciones.
Esto implica, reflexiona Gabaldón, que “están más descansados y están mejor alimentados, y, por lo tanto, se pueden centrar más. Es la Pirámide de Maslow, si tú no tienes los niveles básicos bien resueltos, difícilmente podrás realizar una actividad superior como es la del aprendizaje y la reflexión”.
Los diseños curriculares
Es completamente distinto al español, “no están tan obsesionados con la lectoescritura como en España. Tienen un currículum orientado al resultado, tanto los conocimientos, las actividades y los valores, están orientados a lo que los alumnos pueden hacer con ellas. Más orientado a Pisa, y menos a un conocimiento enciclopédico, que es lo que se le critica del sistema español”.
Nos cuenta además el profesor de la Universidad de Valencia que en Estonia se implantó Internet en los años 80, que se da a cada niño un pequeño ordenador que debe devolver a final de curso, y que gran parte de los trabajos de curso consisten en que tiene que fabricar pequeños robots con su software.
La lectura es un baluarte de la sociedad estonia, “ten en cuenta que la tradición protestante los obligaba a saber leer desde bien pequeños, para seguir las enseñanzas de la Biblia. Los hombres no podían casarse si no sabían leer". Y esa tradición se mantiene hasta hoy.
Nos refresca el profesor algunos datos que nos diferencian en este aspecto de los estonios: leen seis minutos de media al día. En España, la media es de 4 minutos. Destinan el 1,1 % el presupuesto familiar a libros. Nosotros, el 0,7 %.
¿Cómo son los niños estonios?
Mucho más independientes que los nuestros. “No es extraño verles cogiendo solos el autobús, comprando por su cuenta algo para el almuerzo o incluso sacando dinero de un cajero automático. Y estamos hablando de la capital, de Tallín, una ciudad de 400.000 habitantes, similar a Alicante, pero más extendida. Y eso también les da ventaja en Pisa, que busca el resultado práctico de los aprendizajes. En España, les llevamos en coche hasta los 12 años”.
Para los niños estonios y sus familias, el principio de curso, el 1 de septiembre, es una auténtica fiesta. “Los padres se visten con sus mejores galas, se hacen fotos, los niños llevan flores. Ocurre sobre todo en el primer y el último curso, pero es un día grande para todos”.
Por cierto, el calendario escolar es mucho más largo, hay menos fiestas y menos vacaciones, lo que les permite ir menos “apurados” que aquí.
El problema es que tienen dificultades para encontrar maestros. Cobran muy poco. Un tercio menos que los españoles, y eso hace que la profesión sea poco atractiva para las nuevas generaciones.
Pero con todo, nos llevan una gran ventaja: a finales del siglo XIX el 80 % de la población sabía leer y escribir.
¿Es conveniente y podemos trasladar algunos aspectos a España?
Daniel Gabaldón cree que sí, que debemos intentarlo y que podemos. “Aprender de los países que nos llevan ventaja, que funcionan bien, nos ayuda a coger atajos. Aunque nos lleven ventaja, y tengan un poso que no puedes saltarte, pero que sí puedes acelerarlo. Yo creo que en España, si gastamos más en educación y cultura en interesar a la gente en la lectura, por ejemplo, que tiene que estar muy metido en la sociedad. Los padres tienen que leer a los niños todas las noches y si no quieres o no puedes leerles, cuéntales historias”.
El profesor titular de Sociología y Antropología Social en la Universidad de Valencia extiende que “hay que centrarse en el aprendizaje, no en la docencia, qué necesitan saber, cómo es mejor que lo aprendan, cuándo es mejor que lo aprendan, darles los ritmos y sobre todo, hacer una educación que sea de servicio al alumno, no es tanto tener profesores que expliquen bien, sino profesores que saben acompañar en el aprendizaje del alumno. Hay que mostrarle desde distintas perspectivas para que el alumno se enganche”. Esta es la forma en el aula que propone el profesor Gabaldón.
Los horarios son muy importantes para el experto. “Unos ritmos pausados y ajustados a su cronobiología es un factor de éxito también. Los países que mejor resultado están teniendo en Pisa son justamente países que están mejor alineados con su zona horaria, y que los alumnos no están tan pronto en la escuela. Están más descansados y por eso rinden mejor”.