Cuando la cárcel es tu propia casa
Marta ha empezado a recordar a los 30 años los abusos sexuales de los que fue víctima a cargo de su padre
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Desde antes de tener la edad de la razón Marta Suria fue víctima de abusos sexuales a cargo de su propio padre. Según explica en una entrevista con COPE lo sufrido es tan duro, inexplicable y violento que tu mente lo guarda en un cajón recóndito.Y allí estuvo su infierno sepultado hasta que, a los 30 años, su cuerpo empieza a denunciar lo que su mente y su voz no podían.
Lo cuenta en “Ella Soy Yo” un libro que forma parte de su camino hacia la transformación de una niña rota y abusada por quien más debía protegerla hacia una mujer profesionalmente brillante que asume y supera un pasado desgarrador. Algo posible nos explica tras años de terapia y gracias a las relaciones de amor y de afecto que ha encontrado en el camino, las personas que la creyeron y apoyaron en ese doloroso y al mismo tiempo sanador proceso de volver a vivir.
En su caso y en la mitad de los abusos sexuales infantiles, la víctima no recuerda inicialmente lo ocurrido. Es un mecanismo de supervivencia que favorece al agresor. Varias décadas después fue el cuerpo de Marta dio la señal de alarma y empezó a revivir lo ocurrido. Pero para entonces ya tenía 30 años.
“Ataques de ansiedad, ataques de pánico, mi cuerpo estalla” subraya Marta. Y de lo físico a lo emocional "la peor secuela es sentirte culpable por algo de lo que tu no tienes culpa” señala.
Un culpabilidad que se extiende al resto de la familia porque asegura “todo el entorno familiar, madres, hermanos, primos tíos se preguntan por qué no lo vieron o de si lo vieron por qué no pudieron hacer nada” frente a la violación, la humillación y el maltrato.
“Si sucede en la familia es que tú eres parte y es común que haya otros casos como sucedió con mi prima” que, según relata en el libro, también fue víctima de abusos sexuales a cargo de su padre y uno de sus pocos apoyos junto a su hermano cuando finalmente cuenta a su familia lo que estaba pasando.
“Tienes mucha rabia y culpas a todo el mundo. Pero al final te das cuenta de que aquí culpable solo hay uno” dice con rotundidad Marta.
Es todo un proceso “entender, que para mí también fue muy duro que los monstruos los agresores cuando están en tu propia familia no solo tienen esa cara tan oscura porque entonces yo creo que los secretos se rompen antes” subraya.
Y es que “cuando esa persona es verdugo y a la vez la persona que te da afecto y se preocupa por tí creo que ahí entras en una trampa de manipulación de la que es muy difícil salir”.
Y por el camino las familias se rompen. Cuando Marta contó lo que le había sucedido en su familia la llamaron "mentirosa, loca y enferma".¿Te imaginas denunciar cuando tienes 8 ó 6 años? se pregunta. Hoy en día con su madre no hay relación y a su padre solo lo ha vuelto a ver en el juicio que perdió porque según subraya Marta “los tiempos de las víctimas difieren de los de la justicia”.
Pese a la dureza de lo que ha vivido Marta sí ha conseguido salir adelante y a los 37 años considera que ha podido rehacer su vida y apreciar a los que le han ayudado a salir del infierno "ahora soy capaz porque antes estaba en modo supervivencia" explica.
Eso no quiere decir que haya olvidado lo sucedido, algo que nunca ocurrirá pero sí la intensidad con la que lo vive.
"Siempre hay momentos, fechas concretas, cumpleaños, alguna canción, algo que te pasa y de vez en cuando vuelve a tu cabeza lo que sucedió pero ya sin esa oscuridad y ese poder...Desde el recuerdo” subraya.
“Ella Soy Yo” es un relato en primera persona editado por Círculo de Tiza bajo seudónimo y publicado a pesar del resultado negativo del juicio de Marta para dar voz a una realidad, el abuso sexual infantil que según recoge en el libro afecta al 23 por ciento de las niñas en España, el 60 por ciento de ellas de manos de una persona del entorno familiar. Una de cada dos relega lo sucedido a la parte más profunda del cerebro para sobrevivir. Solo en 1 de cada 7 casos la víctima denuncia y de ellas solo el 30 por ciento llega a juicio y el resultado como en el caso de Marta no siempre es favorable para quienes viven en la cárcel en su propia casa.