El hospital de los hospitales para personas con síndrome de Down

En el Día Mundial del Síndrome de Down, COPE visita un centro médico que ofrece atención integral a todos los pacientes sin necesidad de cambiar de hospital

José Luis Concejero

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La pediatra Pilar García lleva más de dos horas en la consulta que la Fundación Jerome Lejeune ha abierto en pleno centro de Madrid. Está con una familia y su hija que tiene síndrome de Down. La experiencia acumulada en Francia durante tantos años ha llevado a los especialistas de este centro médico a ofrecer una atención integral a todos los pacientes sin necesidad de cambiar de hospital.

Aquí el tiempo deja de tener importancia. Es un lugar diferente donde se busca acompañar al paciente y ayudarle en todas sus necesidades. Sus paredes blancas, los techos altos y la amplitud de las consultas generan un espacio tranquilo y sosegado que contrasta con el centro de Madrid, donde todo es rapidez, ruido y velocidad.

Lleva el nombre de Jerome Lejeune, prestigioso médico genetista francés que descubrió la trisonomía 21, la causa del síndrome de Down.

Pablo Siegrist, director general de la fundación “destaca que en este centro, el médico de atención primaria funciona como un director de orquesta que va derivando al paciente por las distintas especialidades”. De esta forma, en el mismo centro que se ha abierto en Madrid, el paciente podrá contar, en caso de que sea necesario, con la atención de un cardiólogo, traumatólogo, endocrino o cualquier otra especialidad.

La doctora Pilar García asegura que “su papel de coordinación es fundamental en este hospital porque de esta forma se puede atender con rapidez a las personas con discapacidad intelectual, algo que normalmente se alarga en el tiempo ante la necesidad de cambiar de especialistas y hospitales. “Esta agilidad en el diagnóstico ayuda a mejorar los tratamientos y ofrecer cuanto antes las respuestas que necesitan los pacientes”.

Por el centro que la Fundación Jerome Lejeune tiene en París han pasado más de 12.000 personas desde 1997. El objetivo es ofrecer a estas personas la dignidad que merecen durante toda su vida porque como asegura Pablo Siegrist “estamos ante un ser vivo, con un patrón genético y un programa de vida que se va a desarrollar hasta su muerte”.