Las secuelas del confinamiento: fatiga psicológica, conciencia de vulnerabilidad, angustia y miedo

Si este 13 de marzo nos dijeran que tenemos que volver a encerrarnos en casa por el coronavirus, ¿qué pasaría por nuestra cabeza?¿Estamos preparados para volver a confinarnos?

Raquel Pérez Polo

Madrid - Publicado el - Actualizado

10 min lectura

Ya ha pasado un año desde que el presidente del Gobierno Pedro Sánchez nos anunciaba que España estaba en estado de alarma, ¿lo recuerda?

Una declaración que implicaba que teníamos que quedarnos en casa, confinados, situación que la actual generación de españoles no habíamos vivido nunca. Nuestro día a día se quedaba reducido a las paredes de nuestra casa, algunas con patio, otras con jardín y piscina, otras con varias plantas, y la mayoría con escasos metros sin jardín, sin patio y sin balcones, en las que teníamos que permanecer - en principio por 15 días que fue prorrogándose durante tres meses- salvo para salir a comprar alimentos o a trabajar, siempre y cuando tu trabajo fuera esencial.

Ahora que cada uno sabemos que pasó en nuestras vidas en esos meses, ¿soportaríamos encerrarnos en casa de nuevo si fuera necesario? ¿Estamos preparados psicológicamante?

"Es muy diferente decir NO ME GUSTARÍA afrontar un nuevo confinamiento y lo que esto supondría con NO PODRÍA AFRONTAR un nuevo confinamiento, porque la mayoría podríamos, aunque indudablemente somos conocedores de que esto tendría efectos en nuestra salud" responde a cope.es Timanfaya Hernández, psicóloga sanitaria, experta en Psicología Forense y vicesecretaria de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

Lo que es muy patente (después de un año de pandemia, de distintos tipos de confinamientos, de mascarillas, de no tener la libertad que disfrutábamos hasta el 13 de marzo de 2020), tanto en nuestros hogares como en el trabajo, por las calles, es que "la población está cansada y eso es innegable", recalca la psicóloga.

El shock, "el choque provocado por las restricciones ha mermado las capacidades cognitivas y ha erosionado el civismo" concluye, entre otras consecuencias, un estudio liderado por el grupo de investigación Open Evidence de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), en colaboración con algunas universidades internacionales y con la empresa BDI Schlesinger Group Market Research.

La tristeza unida a la angustia nos han embargado a 1 de cada 3 españoles durante este último año. Aunque desde que está en marcha el proceso de vacunación el número se reduce, el miedo a morir, ha sido uno de los peores sentimientos y temores de la pandemia.

Cansados, vulnerables, pero también más fuertes

"La población está cansada, está más fatigada mentalmente, es innegable. Muchas personas comienzan a acusar una de las preocupaciones mayores que vemos en la sintomatología en salud mental" afirma Timanfaya Hernández que viene a corroborar los resultados de la encuesta sobre salud mental de los españoles por la covid 19 realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) como que la pandemia de coronavirus ha provocado tristeza y angustia a uno de cada tres de los encuestados que reconoce haber llorado a causa de la situación que genera el tener que convivir con la amenaza de la covid. La pérdida o contagio de un ser querido, el temor a infectar a alguien o a morir, la propagación del virus o la imposibilidad de ver a amigos y familiares, son algunas de las principales preocupaciones que acongojan a la población.

El 58,4 por ciento de los 3.058 encuestados por el CIS reconoce que durante la pandemia ha sentido "mucho o bastante miedo" a morir por coronavirus, porcentaje que se eleva hasta el 68,6 por ciento ante la posibilidad de muerte de un familiar o ser querido. La franja de edad que más se identifica con este temor se sitúa entre los 55 y 64 años.

Otras causas que nos han ocasionado "mucho o bastante miedo": para un 75,3 % que el virus se propague sin fin; para un 65 %, la imposibilidad de ver a familiares y amigos íntimos; la pérdida del trabajo propio o de un familiar ha sido la peor pesadilla para la mitad de los que han participado en la encuesta; y para un 50 % que la sociedad no vuelva a ser la misma de antes y que las pandemias se conviertan en parte de nuestras vidas les han provocado mucho temor.

El estudio Scientific Reports de Nature liderado por la Universidad Oberta de Cataluña ahonda, además, en los efectos negativos invisibles que sobre la salud mental de la población ha tenido el confinamiento y las restricciones. Según este estudio "las personas que estaban más expuestas a las consecuencias de los efectos del confinamiento vieron más disminuida su capacidad cognitiva, tomaron decisiones más arriesgadas y vieron erosionado su civismo.

Como señala el profesor Francisco Lupiáñez que ha sido uno de los investigadores que han participado en el estudio, "la gente tenía mermadas sus capacidades para tomar decisiones, y reaccionaba de maneras no predecibles. En lugar de tener más cuidado por la pandemia, se arriesgaban porque no podían más. Querían, por ejemplo, que se castigara a aquellos que no llevaban mascarilla o que se saltaban las restricciones, a pesar de que ellos mismos eran más proclives a tomar decisiones que implicaban un mayor riesgo".

Y pese a los miedos a sufrir las peores consecuencias de la pandemia, desde el primer momento nos hemos repetido un día tras otro que "de esto vamos a salir más fuertes" por ello le hemos preguntado a la psicóloga: ¿lo estamos consiguiendo o nos hemos dado cuenta de que somos muy vulnerables?

"Hemos salido más fuertes y con más consciencia de nuestra vulnerabilidad, ambas cuestiones no son incompatibles. Por una parte, hemos sido conscientes de todo a lo que nos podemos enfrentar, hemos tenido que afrontar situaciones terribles, muchas personas han vivido situaciones de verdadero dolor en sus vidas, pero también, en general, somos más conscientes de la vulnerabilidad, lo que nos debe hacer también ser más conscientes de la importancia de la vida en sí misma" responde la vicesecretaria de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

Más visitas al psicólogo

"En épocas de mayor incertidumbre, de mayor estrés, nuestra salud psicológica se resiente y eso se ve en las consultas diarias" nos asegura la psicóloga Timanfaya Hernández a la que preguntamos si durante la pandemia han aumentado las consultas al psicólogo y si las causas de esa asistencia son muy distintas a las de antes de que llegara a nuestra vida el coronavirus y todas sus consecuencias. La respuesta subraya su primera afirmación, "las consultas en Psicología han aumentado en cuanto a esa situación de hartazgo, en lo que supone haber vivido situaciones tremendas este último año: las pérdidas de seres queridos, en muchas ocasiones los conflictos que se han dado en el ámbito familiar, patologías que había previas y que no han podido ser atendidas como debía ser, personas que ya tenían algunas situaciones en cuanto a su salud psicológica más vulnerables y que han visto como se han acentuado".

Sin duda, el colectivo sanitario -desde médicos, enfermeros, auxiliares, pero también conductores de ambulancias, o personal no sanitario que trabaja en centros hospitalarios o de salud- han necesitado ayuda psicológica, pero no son los únicos, "los profesionales sanitarios han estado en una sobreexposición, esto hace que tengan esa situación de especial vulnerabilidad, al igual que otros profesionales que también la han tenido y, aunque son profesionales, tienen miedo, cargas, emociones, al igual que el resto, y ante una situación de sobreexposición y prolongada como está siendo esta pandemia, pues tiene ese efecto en la salud psicológica de cada uno de ellos. Son grandes afectados al igual que otros profesionales que han estado frente a frente en la lucha con la covid".

Especial cuidado a niños y adolescentes

Todos somos conscientes de que el mayor impacto de la pandemia, la peor parte, ha sido para nuestros mayores, los abuelos. Esa generación, la de los ancianos, que a lo largo de su vida lo ha dado todo, ahora, hasta la vida. Las últimas cifras oficiales hechas públicas por el Gobierno a finales de febrero y según los datos recopilados por los ministerios de Derechos Sociales, Sanidad y Ciencia e Innovación, el impacto del coronavirus en las residencias de la tercera edad ha supuesto 29.379 muertes.

Solo en residencias, cifras más elevadas si unimos a todos los ancianos que han muerto durante la pandemia y que residían en sus casas o con sus hijos. Porque el coronavirus ha sido cruel con, especialmente, los mayores de 70 años. La llegada de las vacunas ha puesto el freno a esa sangría que nos estaba dejando huérfanos.

Pero cuidar a nuestros abuelos, padres, a nuestros mayores, no debe hacer que perdamos de vista a las nuevas generaciones, a los niños y adolescentes que no van a salir indemnes de todo esto. Puede que su organismo sea más resistente al virus, pero, y ¿su mente?

Adolescentes y niños han demostrado su resistencia al permanecer en casa donde no solo han tenido el aula del colegio, han sido reposteros y han visto cumplida una de sus máximas reivindicaciones: pasar más tiempo con sus padres. Pero todas esas circunstancias también han hecho mella en su psique. Algo sobre lo que pone especial énfasis la psicóloga Timanfaya Hernández, "a todos, en general, nos está afectando esta pandemia. Hay muchos sectores vulnerables y a ellos les hemos dedicado nuestra mirada, pero quizá se nos ha olvidado dedicar una mirada especial a los niños, las niñas, los adolescentes que han tenido que adaptar sus rutinas de vida de una forma increíble a las circunstancias de esta pandemia. Lo están viviendo, cada uno, de forma diferente, en etapa de crecimiento diferentes, de desarrollo diferentes y con necesidades diferentes en cada una de ellas. Las relaciones sociales son fundamentales y la forma de relacionarse han cambiado y adaptarse a esto supone un antes y un después y es trabajo de todos, de toda la población, que nuestros menores y jóvenes y adolescentes tengan esa especial mirada durante esta pandemia".

Tras la pandemia, "seremos distintos"

No podíamos dejar de hacer a la psicóloga la pregunta, ¿qué va a venir después? ¿Cómo nos habrá cambiado la pandemia? ¿Podremos retomar las ilusiones, esperanzas en el futuro, los proyectos que teníamos antes del 13 de marzo de 2020?

"Claro que seremos capaces de tener esas expectativas, esas esperanzas que teníamos antes del 13 de marzo de 2020, pero también seremos distintos porque la vida es aprender, la vida es adaptar y la vida es crecer conforme a aquello que nos va pasando. Tendremos esperanza, pero por el camino hemos aprendido cosas que sin lugar a dudas ni vamos ni debemos olvidar" nos responde la vicesecretaria de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

Visión muy distinta es la que defiende en su último libro Nicholas Christakis, médico, sociólogo e investigador de la Universidad de Yale. En "Apollo's arrow: the profound and enduring impact of coronavirus on the way we live" ('La Flecha de Apolo: el impacto profundo y duradero del coronavirus en la forma en que vivimos'), Christakis -considerado uno de los 100 pensadores más influyentes de la actualidad- analiza aspectos relevantes de la epidemiología, la tecnología, la inmunología, las matemáticas aplicadas, las redes sociales y el comportamiento humano afectados por la pandemia y entre sus conclusiones destaca que en 2024 podríamos entrar en un periodo pospandemia en el que "la gente buscará inexorablemente más interacción social. La gente irá a clubes nocturnos, restaurantes, manifestaciones políticas, eventos deportivos, recitales".

Dejaremos atrás, destaca Nicholas Christakis, algo que estamos haciendo en estos momentos y que ha ocurrido en todos los momentos de la historia en los que han ocurrido pandemias, "la gente ahorra dinero, le toma aversión al riesgo, tiene menos interacciones sociales y se queda más en casa. Deja de ver a tus amigos y se vuelve más religiosa".

Solo hay que mirar, dice el profesor "a los últimos 2.000 años, cuando las pandemias terminan, hay una fiesta. Es probable que veamos algo similar en el siglo XXI".