Llevar la tecnología a los maestros rurales para impedir que España se vacíe más

Existen casi 27.000 poblaciones con menos de 10 habitantes a las que no llega Internet. Más recursos y formación en TIC puede frenar el cierre de escuelas

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

El coronavirus ha irrumpido en la escuela española evidenciando las deficiencias digitales del sistema. Y es que, pese a la buena disposición del profesorado y del alumnado, y a la aparición de diferentes plataformas digitales para impartir docencia, la crisis sanitaria ha vuelto a poner sobre la mesa los problemas de la España vaciada y desconectada.

Organizar a 10 millones de estudiantes casi de la noche a la mañana y a marchas forzadas para que no perdieran el curso ha sido posible gracias a la hercúlea labor de los docentes y a Internet. Sin embargo, en España todavía existen casi 27.000 poblaciones con menos de 10 habitantes a las que no llega, lo que implica que alrededor de 13 millones de personas están afectadas por la falta de cobertura, según los últimos datos de la Secretaría de Estado para el Avance Digital. Estos factores convierten a España en uno de los países con la brecha digital más grande de Europa.

En términos demográficos puede parecer una cifra poco relevante teniendo en cuenta que el total de habitantes españoles en 2019 se situaba en los 47 millones, según el Instituto Nacional de Estadística. Pero la población rural geográficamente ocupa el 92% del territorio español, según la OCDE.

Y es que, si bien España es un país puntero en infraestructuras de telecomunicaciones, siendo el Estado de la Unión con una mayor tasa de penetración de fibra hasta el hogar (FTTH), según datos del Consejo Europeo, aún queda mucho por hacer para lograr la cohesión territorial en términos de conectividad.

LA ESCUELA RURAL EN RIESGO DE EXTINCIÓN

Esta situación ha castigado a la escuelas rurales, que desde hace años sufren un padecimiento agónico debido a la falta de alumnos. El mismo que aboca al cierre de colegios y a la pérdida de cualquier esperanza en el futuro de estos pueblos. Las cifras del Banco Mundial (2019) muestran que el crecimiento poblacional de las zonas rurales en España es decreciente desde el año 2007. Los datos de 2017 indican que la despoblación es evidente, con una pérdida de población rural anual del 1%.

Y es que, si los jóvenes nacidos después de la II Guerra Mundial dejaron el pueblo para trabajar en la industria que despegaba en las capitales de provincia, ahora los millennials (los nacidos entre 1980 y 2000) abandonan esas ciudades para instalarse en los grandes núcleos urbanos, generalmente en Madrid y Barcelona, atraídos por el empleo y el empuje económico. Esto está dando lugar a lo que se conoce como éxodo urbano en contraposición con el rural de principios del siglo pasado.

Aunque el problema de la despoblación es muy complejo y está ligado a múltiples factores, la falta de recursos y formación en cuanto al uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en la escuela rural es uno de los principales retos para contener la hemorragia.

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LLEVAR LA INNOVACIÓN A LA ESPAÑA VACIADA

En este sentido, destacan iniciativas como la de HP, que el año pasado acometió un estudio sobre la España Vaciada para impartir sesiones de formación en programación a profesores de escuelas rurales y a alcaldes en temas punteros de innovación tecnológica, desde Inteligencia Artificial hasta 'blockchain', una tecnología que se ha extendido a diferentes sectores económicos vinculada a la aparición de criptomonedas como los 'bitcoin'.

Más importante es el mantenimiento de las escuelas rurales. El Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza ha denunciado que, aunque el problema de la despoblación excede a las políticas educativas, las administraciones sí tienen la responsabilidad de incentivar el desarrollo rural, por lo que han reclamado un plan específico en materia educativa que también garantice la equidad de los alumnos en todo el territorio.

Y es que, los maestros rurales han tenido que adaptarse a la dificultad de enseñar varios cursos a la vez con niños de hasta tres y cuatro edades diferentes en un mismo aula. A menudo aislados, ellos pueden ser junto con las tecnologías el antídoto contra la despoblación que año tras año vacía España.