Los jóvenes siguen con su lucha por el clima en España
Lo más inmediato es concienciar a la sociedad de que es un problema propio
Publicado el
8 min lectura
Alentados por la vista esta semana en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de la demanda interpuesta por 6 jóvenes en Portugal contra 32 países, entre ellos España, por no hacer lo suficiente por protegerlos del cambio climático, los jóvenes españoles continúan con su labor en su lucha contra el calentamiento global. En España el movimiento Juventud por el Clima lleva 5 años funcionando y su objetivo es conectar con la sociedad para que comprendan que el cambio climático les afecta en primera persona.
Es un objetivo fundamental porque una sociedad concienciada es un potente motor de cambio al poder, a su vez, presionar a los políticos, pero hoy todavía en España menos del 14 por ciento cita el cambio climático como uno de sus principales problemas. Según refleja la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de septiembre de 2023, solo el 2,3 por ciento lo sitúan como su principal problema; para el 6 por ciento es el segundo problema que más les afecta y para el 5,5 por ciento ocupa el tercer lugar en sus preocupaciones.
Tras el parón por la pandemia que llegó cuando su acción era más visible en plena era de Greta Thumberg, Juventud por el Clima, como se bautizó el movimiento Fridays for Future en España, sigue con su militancia ecologista. Hace 15 días que participaron en una movilización mundial por la descarbonización mientras tratan de influir sobre los políticos para que cumplan sus compromisos.
Los activistas más jóvenes
Martina Di Paula es activista en Málaga de esta organización desde sus orígenes en 2019. Tenía entonces 17 años: “tenemos compañeras de 15 y de 16 años que ya se están organizando, que ya se están movilizando y esto quiere decir que el movimiento se consolida, aunque no tenga la potencia que tuvo en su inicio. Ha habido una evolución, algunos estamos desde el principio y lo hemos ido construyendo. Ahora estamos enfocadas en dos grandes movilizaciones anuales y en la incidencia política juvenil. Hemos pasado de participar en actuaciones puntuales y masivas hacia una forma de estar más constante y lo más coherente posible”.
En nuestro país abogan, en concreto, por colocar el cambio climático no solo en la agenda política sino también en el centro de las preocupaciones ciudadanas porque “estamos en un momento de reinvención, buscando también alianzas con otros colectivos para conectar con lo que les pasa a las personas y hacer que nuestro mensaje no llegue siempre a los mismos destinatarios”.
A su juicio los movimientos ecologistas de jóvenes están en este momento en una encrucijada tanto en nuestro país como en el resto del mundo sobre cómo hacer llegar su mensaje: “hay bastante consenso de que se puede hacer más y de que no se está haciendo suficiente porque cada vez vamos a peor y ya lo estamos viviendo en carne propia y el discurso y el debate ahora es ¿cómo debemos señalar esto?"
Las sentadas de los viernes frente al Congreso de los Diputados les dieron popularidad, también las manifestaciones y las charlas en los colegios, sus reuniones con los políticos para tratar de cambiar las cosas y formar parte de la agenda. Y en ello siguen, aunque constatan que no es suficiente. Di Paula lamenta por ejemplo la ausencia del cambio climático en la campaña de las últimas elecciones generales del 23-J.
“Nosotras no nos hemos pegado a los cuadros, pero es indudable de que esto ha abierto un debate que antes no había que es ¿hasta dónde está la gente dispuesta a llegar? Y lo que te digo es que a nosotras nos parece mucho más interesante el debate de fondo: ¿por qué han llegado a pegarse a los cuadros? ¿qué es lo que ha hecho que esta acción haya tenido la visibilidad que ha tenido? Otras acciones como pegarse a jets privados para denunciar la contaminación no han tenido esa misma repercusión”, señala Di Paula.
Un modus operandi que Victoria Rodríguez profesora del Máster de Energías Renovables de la Universidad Europea de Canarias no comparte: “estoy de acuerdo en la urgencia de actuar frente al cambio climático y en concienciar a la ciudadanía de que los efectos que vemos no es más que la punta del iceberg, pero discrepo de las formas. No se puede actuar así para tratar de conseguir atención. No se pueden reclamar cambios así y deben reconducir este tipo de actuaciones hacia opciones pacíficas y proponiendo soluciones a la los Gobiernos”.
“La pandemia fue un freno a la actividad ecologista de los jóvenes, cortó en seco la atención mediática que habían logrado y el confinamiento desmovilizó a los militantes. Una vez pasado este efecto en la actualidad hay frustración ante la inacción de los Gobiernos, ante los discursos negacionistas y ante la actuación de grupos de presión que han logrado esta misma semana que Bruselas anuncie un retraso de 2 años en la entrada en vigor del endurecimiento de los límites de para las emisiones de gases de efecto invernadero de los coches. En este clima buscan diferentes formas de llamar la atención y una de ellas son esas acciones espectaculares en los museos en las que tratan de no dañar nada de forma permanente y lograr la visibilidad para defender una causa que consideran justa y necesaria” explica a COPE Juan Carlos Revilla autor del informe “La emergencia de la nueva generación ecologista juvenil en España desde 2019: el caso de Fridays for Future”.
La opinión de los expertos
Para Revilla, profesor del departamento de Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid, más que en las actuaciones individuales de quienes están concienciados con el cambio climático por ejemplo en el consumo, la pelota está en quienes tomas las decisiones: “nosotros podemos hacer muchas cosas, pero es el contexto político el que determina el cambio y pongo un ejemplo cuando por una ley nacional se han prohibido las bolsas de plástico es cuando han aparecido otro tipo de bolsas más sostenibles”.
El sociólogo e investigador Alejandro Gonzalo también participó en ese informe publicado por el Centro Reina Sofía FAD Juventud. De Juventudes por el Clima destaca que en este movimiento “las decisiones se toman por consenso más que por mayoría, se debate y se llegan a acuerdos, es algo inclusivo”.
Considera que Fridays for Future está “en una fase de reorganización de discursos y de estructuras, comparten su gran decepción con la clase política y con el resultado de las cumbres mundiales por el clima. En este contexto algunos movimientos ecologistas optan por la acción directa no violenta que los lleva a hacer boicots o cortes de carreteras, cualquier tipo de actuación que genere presión y haga que se les escuche”.
Es el recorrido que ha seguido también la activista Greta Thumberg quien de protagonizar con 15 años una sentada ante el Parlamento de Suecia que dio la vuelta al mundo y fue el germen del movimiento Fridays for Future en 180 países ha pasado a ser multada con 20 años por desobedecer a la policía la en una protesta en instalaciones petroleras en el puerto de Malmo en el sur de Suecia en la que fue detenida. “No podemos salvar al mundo obedeciendo las reglas. La lucha acaba de empezar”, aseguró tras conocerse el fallo en su contra.
Para Carlos de Miguel profesor de Derecho en ICADE y experto en asuntos medioambientales: “un corte de carreteras o pegarse a un cuadro puede acabar siendo contraproducente para el movimiento ecologista al generar rechazo en una parte de la ciudadanía. Pueden enfrentarse además a delitos contra la propiedad pública o privada si estropean una obra de arte o bien contra el orden público si protagonizan desórdenes o cortan carreteras”.
A juicio de De Miguel, “la vía legal sí es interesante para estos grupos y hay varias demandas contra gobiernos o estados impulsadas por jóvenes y que pueden sentar importantes precedentes en la lucha climática”. Además de Portugal hay demandas en curso en Estados Unidos, en Francia, en Alemania y también en Suecia.
Considera que, aunque el mundo no va al ritmo que sería necesario “se están haciendo cosas, en Europa hay muchas normas, pero ahora hay que aplicarlas de verdad y es algo que corresponde a los Gobiernos, a las empresas y a nosotros como consumidores. La sensación es que nos hemos quedado estancados, que hablamos mucho y hacemos poco, pero la tarea es titánica que es darle la vuelta a todo a la economía empezando por nuestro sistema energético y a nuestros hábitos diarios y esto es cambiar nuestra forma de vivir, es un cambio que debemos ver como una oportunidad tanto desde el punto de vista social como económico con nuevos negocios y puestos de trabajo”.
Hace falta si tenemos en cuenta que las cifras de la emergencia climática y del cambio global que amenaza la vida en la Tierra están empeorando. En el último año, la temperatura media en Europa estuvo 2,3 grados por encima de la media preindustrial, muy lejos del que cada vez parece más inalcanzable Acuerdo de París en el que los Gobiernos se comprometieron a no superar un aumento de 1,5 grados en la temperatura global. Son cifras que calan poco en la sociedad y por ello en sus discursos los activistas climáticos apelan ya no solo a la ciencia sino también a nuestras emociones.
“La humanidad ha abierto las puertas del infierno” señalaba recientemente También el secretario general de la ONU Antonio Guterres quien alertaba de que el cambio climático nos introduce en “la era de la ebullición”.