Los psicólogos alertan del aumento de jóvenes que se autolesionan: hasta la ideación del suicidio

Cortes en las extremidades, quemaduras, arañazos, golpes, son algunas de las formas de autolesión que se infringen y que deben alarmar a los padres

Sefi García

Publicado el - Actualizado

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El 18 % de los menores españoles se provocan lesiones, según la Sociedad Española de Pediatría. Son conductas que se han visto agravadas durante la pandemia (según la fundación ANAR las llamadas a su teléfono de ayuda crecieron un 246 % ), y que no remiten tras los confinamientos. Cortes en las extremidades, quemaduras, arañazos, golpes, son algunas de las formas de autolesión que se infringen a sí mismos, además de practicar conductas sexuales de riesgo o negarse a comer.

A las autolesiones se unen los comportamientos autodestructivos y la ideación de suicido, recurrente en uno de cada tres jóvenes de 15 a 19 años, según el barómetro juvenil de Salud y Bienestar correspondiente a este 2023, elaborado por la Fundación FAD-juventud.

Antonio Luengo, decano de los psicólogos de Madrid cuenta a COPE que cuando se autolesionan lo que buscan es “en esencia reducir la tensión y el ahogo y la tragedia o el drama emocional que viven a través del dolor físico. A veces lo han visto en internet, en comportamiento de compañeros. Internet es un caldo de cultivo para este tipo de procesos contaminantes. Y ellos a veces prueban, y comprueban que eso satisface en un instante y que no es la solución, pero se convierte en un hábito que nos inquieta y nos preocupa. Pero lo que nos vienen a decir es que lo hacen porque se encuentran muy agobiados y no encuentran salida”.

La zozobra y el desorden

Estas conductas tienen detrás siempre una razón. “Hay experiencias en la vida, en la adolescencia y en la pre adolescencia que hacen un agujero en el alma -explica Luengo-, violencia en la familia, el acoso escolar, vivir experiencias de exclusión, de marginación, experiencias sobrevenidas, como la pérdida de los padres o de un hermano. Cosas que te impactan y que, o te cogen con las defensas altas o pueden hacerte quebrar”. Sin llegar a presentar un trastorno mental, detrás de estas conductas siempre “se habla de zozobra y de desorden”.

¿Por qué no todos los adolescentes responden igual?

Nos recuerda el psicólogo que la adolescencia es una edad incontrolable, y más en el momento en el que vivimos “donde los chicos y las chicas se ven sometidos a unas influencias absolutamente incontrolables por el mundo adulto que vienen derivadas por su acceso a los contenidos que encuentran en las redes. Los modelos, los cánones estéticos, el modo de vida, el cómo debo yo mostrarme para obtener afirmación de mi grupo de iguales.

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"La vulnerabilidad la encontramos en este mundo tan basado en la hiper felicidad, de los sueños, de que todo es maravilloso. En el que yo muestro lo que soy y doy envidia”. Es un denominador común del momento en el que vivimos . Todo esto les genera zozobra, “pero si encima viven en situación más desfavorecida o de haber vivido impactos muy duros, esto acaba agrietando la defensa psicológica y uno quiebra. Y no siempre encuentras el contexto de apoyo de la familia, los padres e incluso los amigos como para salir adelante. Muchos viven esta experiencia y encuentran esas defensas para levantarse y otros no”.

Afortunadamente, la mayor parte de los chicos corrigen sus perspectivas “porque tienen padres razonables, con modelos de vida razonables"-especifica Antonio Luengo- .Pero los riesgos están ahí y es una realidad. Son ventanas a un mundo desconocido a las que aceden todos los días desde sus dispositivos, sin que haya posibilidad de control ni supervisión por parte de los adultos. Por lo tanto, si lo que entra por los ojos y los oídos no es matizado, argumentado, contraargumentado, reflexionado por los adultos, deja huellas que sabemos como empiezan, pero no sabemos donde acaban”.

Conducta autodestructiva

El último barómetro juvenil de la fundación ANAR nos deja datos preocupantes: 4 de cada 10 jóvenes reconocen haber participado en alguna pelea en los últimos seis meses. El 21 % condice tras fumar porros.

Uno de cada 4 coge el coche después de haber consumido alcohol. Uno de cada 4 asegura que asume las ventajas de participar en un deporte de riesgo sin comprender las posibles consecuencias.

Todos hemos sido adolescentes y todos hemos sido jóvenes, el problema es que ahora, además “viven en un mundo asentado en la idea de la visibilidad, de la provisionalidad, de que lo que haga tiene que ser extraordinario para conseguir el aplauso, siempre ha sido así, lo que pasa es que hoy en día nos lleva a un modelo de exhibición que puede ponerles en peligro. Tienen un modelo muy narcisista- advierte el psicólogo- pero esto lo hacen los adolescentes y también los adultos”.

Según el barómetro, en torno al 30 % de los chavales entre 15 y 19 años piensan de manera recurrente que la muerte puede ser una solución a lo que les pasa. Esto es consecuencia, explica el especialista, de que “lo que estamos haciendo como sociedad no está dando buenos resultados para la construcción y la identidad de nuestros jóvenes. Tenemos una franja de población entorno al 25 % que no tienen nada. No lo estamos haciendo bien. Pero en el espacio de población favorecida el mundo que les estamos dejando no es el mejor. Tienen el móvil a los ocho años, acceden a contenidos pornográficos. Tienen modelos de vida que no son los adecuados. Es una realidad”.

Tolerar la frustración

Para el psicólogo, "el problema parte del modelo educativo que aplicamos a nuestros hijos al menos desde hace una generación”. Nuestro modelo “ está basado en la sobreprotección, en evitar las dificultades, en arrinconar cuestiones importantes como la disciplina, el autocuidado, el querer crecer… parece que queremos encapsular a nuestros hijos para que no les pase nada, para que no sufran ningún golpe… pero la vida no es así, en cuanto salen de casa por ejemplo al colegio, se van a enfrentar a los conflictos, a las relaciones tóxicas”. Y el modelo no está dando buenos resultados porque “no les estamos enseñando, como sociedad, que la vida tiene cosas que no son agradables. No siempre vas a llevar razón, no siempre vas a sacar buenas notas, no siempre vas a ser el líder. Las presiones acaban machacando la autoestima de los chicos”. Pero no solo en nuestro país está ocurriendo esto, “En Estados Unidos, donde las cosas ocurren una generación antes, ya conocen esta generación frágil. Y esto es una realidad, podemos vestirla de lagarterana pero es así”.

Las respuestas, las señales, los pasos

Antonio Luengo asegura que tenemos las respuestas y las posibles soluciones “ los adultos debemos dejar la pereza, y educar también en la frustración. El no también educa, la dificultad también educa. Independientemente de que puedas vivir una situación social favorecida. Tenemos que ponerles delante de la dificultad, porque de lo contrario, cuando la dificultad surge, te dobla la rodilla”.

Nos aconseja el psicólogo que hagamos labor de prevención “y para ello tengo que crear condiciones en las que la conversación, pero también la supervisión y las cosas claras se manejen en el modelo educativo. Esto de dejar hacer, darles la razón si recibe una reprimenda en el colegio… así le estoy dando un modelo con el que se va a estrellar en el futuro. Hay que generar un modelo de conducta de valores que les permita entrar en un contexto de justicia ayuda y de saber que no siempre llevas la razón, y propiciar que te cuenten las cosas sin juzgarles mucho. Tienen que ver que les comprendemos, porque se van a equivocar”.

Young women on mobile phones at Taste of Dublin

Cuando van creciendo tenemos que estar pendientes de indicadores: si duerme mal, deja de comer, sus rutinas cambian, no quiere salir con los amigos, llora, está tenso... Si les notamos así es bueno preguntar a otros adultos de su entorno. En el colegio o el instituto, porque ellos no siempre están dispuestos a hablar. Es importante contrastar en el entorno educativo, “porque en las escuelas es donde pasa todo”. Es fundamental obtener toda la información posible. Y si nuestra preocupación persiste, acudir al médico de atención primaria o al pediatra. “ No se trata de psicologizar todo”. Porque hay momentos malos, para cualquiera, que son puntuales. Todos los tenemos”.