El mordisco de la inflación es mayor para las familias más vulnerables

Gastan una cuarta parte de sus ingresos solo en luz y alimentos

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

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El impacto de la inflación es mucho mayor para las familias con bajos ingresos que para el resto. Estos hogares tienen que dedicar una cuarta parte de su renta solo a costear la luz y los alimentos frente a la sexta parte en el caso de las familias con capacidad de ahorro según el Banco de España. La subida de los precios ha situado a muchos de estos hogares en el límite, algunos han tenido que pedir ayuda por primera vez al tiempo que se ha agravado la situación de otros que ya estaban antes en precario.

Antes incluso de la drástica subida de precios había en nuestro país más de un millón de hogares con todos sus miembros en paro y casi el doble de familias necesitadas de ayuda alimentaria.Solo para este año en pleno repunte de precios, desde la Federación de Bancos de Alimentos (FESBAL) prevén un repunte del 20 por ciento de la demanda. Son 300.000 familias más que en 2021. De no solucionarse pronto su situación y, según apuntan a COPE dede Cáritas, se pone en marcha una espiral que puede conducirles a una pobreza crónica.

Perder la vivienda, uno de los peores escenarios

“Si los precios siguen subiendo las familias que van avanzando a poquitos pues retroceden y familias que se intentan mantener no pueden apretarse más el cinturón y al final vemos cómo ya no pueden hacer frente a los recibos o cómo tratan de compartir su vivienda con otra familia para poderla mantener. Nuestro objetivo es también que no pierdan esa vivienda ni acumulen facturas y, para ello, lo más factible es dar apoyo alimentario” explica a COPE Lucía Gallardo, trabajadora social con Cáritas en la localidad madrileña de Alcalá de Henares.

Pero la precariedad implica no tener una casa en propiedad en la mayoría de los casos y hacer frente al pago del alquiler aumentado por la subida de la inflación se hace muy cuesta arrriba para las familias muy vulnerables “las facturas crecen, el precio del alquiler también y poder pagarlos con una renta mínima vital (de entre 500 y 1000 euros en función del número de personas de la familia) es cada vez más complejo. Como esta situación se prolongue en el tiempo familias que antes salían adelante entrarán el proceso de vulnerabilidad y de exclusión”, añade Gallardo.

Es algo que ya está ocurriendo y que constatan quienes analizan de cerca la evolución de la situación. Es el caso de Tomás Ubrich que forma parte del equipo de estudios de la Fundación FOESSA: “somos muy conscientes de que las necesidades van en aumento. Las ayudas directas para pagar sobre todo la vivienda y los suministros es lo que más nos han solicitado las personas y las familias vulnerables”.

Ni coche, ni gasolina

Para la mayoría de los hogares más precarios el coche es un lujo inasumible y más con el encarecimiento de los carburantes muy por encima del IPC general que en mayo se situó en el 8,7 por ciento. Solo el diésel es ahora un 44 por ciento más caro que hace un año, incluso con el descuento de los 20 céntimos por litro introducido por el Gobierno. En el caso de la gasolina el aumento es del 23 por ciento con respecto a hace 12 meses.

“El tema de la gasolina pues no es de las ayudas que nos reclaman porque la mayoría de las familias para empezar no tienen coche o no pueden permitirse el moverlo porque hay antes otras prioridades que cubrir y toman para ello otras medidas como moverse en transporte público. Sí que hemos dado apoyo para abonar el precio de los billetes de metro o de bus, por ejemplo, cuando una persona nos lo pide para acudir a una entrevista de trabajo en la otra punta de la región”, señala Gallardo.

Lejos de la normalización

El número de personas que requieren de ayuda creció con la pandemia y no ha vuelto a bajar desde entonces según constatan los expertos consultados por COPE. Hay un agravante que explica Ubrich: “cuanto más largo es el tiempo de exclusión mayores serán también las dificultades para esa persona o esa familia, para su salud física, mental, relacional y otros muchos problemas que cuando se acumulan se van agravando y enquistando siendo cada vez más complicados de solucionar”.

Constata, en este sentido, que: “está lloviendo sobre mojado. Cuando hay crisis sobre crisis, las necesidades aumentan, aún debemos ver en qué medida algo en lo que estamos trabajando y de lo que pronto publicaremos datos”, asegura este experto de al Fundación FOESSA que considera que muchos hogares precarios se van a ver desbordados “ante unas ayudas públicas insuficientes”.

David, Cristina y Rodolfo luchan por sobrevivir

Ni David de 41 años ni Cristina que tiene 51 tienen trabajo. Como Rodlofo y su mujer, ambos de 53, y su hija su lucha diaria es por sobrevivir.

Estoy sin empleo ni nada, no tengo ingreso de ningún tipo ni percibo ninguna prestación ni ayuda más allá de alimentos, es complicado la verdad porque si todo está más caro y no tienes renta de ningún tipo pues a ver cómo lo haces” señala David que está en busca de un empleo tras una vida laboral inestable.

En la misma situación se encuentra Cristina que explica a COPE que “al estar desempleada no puedo cubrir esos gastos del día a día porque lo que necesito es trabajo”.

En la familia de Rodolfo reconocen que sin ayuda no sería posible salir adelante: “he tenido que recurrir a sitios por ejemplo a Cáritas porque necesitamos ese apoyo, en concreto para alimentos, para cubrir las necesidades básicas. Todo ha subido, la vida es mucho más cara y aquí hemos dejado de comprar unas cosas para comprar otras”.

¿Qué hacer para aliviar a estas familias?

El aumento del salario mínimo interprofesional y también del Ingreso Mínimo Vital (IMV) que perciben medio millón y de hogares y que se revalorizará un 15 por ciento en junio palían solo en parte las necesidades de estas familias. Y es que además de ser insuficientes y según los expertos consultados por COPE, las ayudas públicas no están llegando a todos los que las necesitan.

Para Gonzalo Gómez Bengoechea, profesor de Economía en la Universidad de Comillas ICADE apuesta por ayudas públicas directas o rebajas fiscales en el caso de que sea una inflación transitoria.

“Las rentas más altas tienen mayor capacidad de absorción por el ahorro y las rentas más bajas no tienen ese colchón para combatir el incremento de los precios. Hay esquemas de ayudas públicas en especie por ejemplo un cheque supermercado que han funcionado en episodiso similares en otros países y también es posible aplicar rebajas fiscales a las familias más vulnerables” concluye Gómez Bengoechea.