El peligro de los secadores de manos y su amenaza para los niños
Estos aparatos pueden tener graves consecuencias para los más jóvenes de la casa
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Los secadores de manos suelen ser una opción muy utilizada en muchos baños públicos. Aunque no siempre suele ser la más correcta. Un prestigioso estudio asegura que el sonido de estos aparatos es altamente dañino para la audición de los más pequeños.
El trabajo de investigación ha sido liderado por la revista pediátrica más importante de Canadá, Paediatrics & Child Health. Una niña de trece años, Nora Keegan, lleva desde los nueve midiendo el nivel de decibelios de este aparato para demostrar los problemas que pueden llegar a ocasionar. La revista de noticias Iside Edition se hizo eco de este estudio y los resultados fueron evidentes.
La niña, en el cuarto curso de su colegio, ya notó que le dolían los oídos cuando pasaba cerca de un secador de manos. En el quinto curso siguió demostrando que el dolor continuaba. Aquí fue cuando decidió medirlos para demostrar que eran perjudiciales. En sexto y séptimo curso ya tenía resultados y comenzó a escribir un documento.
“Necesitaba tener muchas alturas de niños, mujeres y hombres para luego medir 45 centímetros en la pared, que es el estándar de la industria aunque también medí 30 centímetros, una altura a la que los niños tendrían más cerca el aparato para sus brazos”, dijo Nora.
Los más pequeños de la casa tienen un canal auditivo muy estrecho y folículos más sensibles. “Fue pasar mi mano por el flujo de la corriente de aire caliente y los decibelios se dispararon mucho”, auguró. La joven destacó que hay dos modelos que son perjudiciales para los oídos, Dyson y Xcelerator. Otras marcas han decidido actuar y limitar sus decibelios a 110.
Nora Keegan es una estudiante del Branton Junior High School en Calgary (Canadá). El artículo que escribió lo llamó “Los niños que dicen sobre los secadores de manos 'me duelen los oídos' llevan razón: un estudio del mundo real que examina el volumen de los secadores de manos automáticos en lugares públicos”.
La exposición repetida a cualquier sonido de 85 decibelios o más puede ser perjudicial para los oídos, según el Instituto Nacional de Salud. El secador de heno más ruidoso probado por Nora fue de 120 decibelios. La joven presentó su investigación y espera que se abra una investigación en el futuro.
Pero Nora no se quedó en un “simple” estudio, creó un modelo que disminuye el ruido en 11 decibelios. El filtro de aire sintético absorbe las ondas sonoras y reduce el sonido. “El aire desciende aún más, por lo que aunque sus manos todavía no alcanzan el flujo de aire, sus oídos están a una distancia mayor de donde sale el aire”, confesó.
La pequeña estudió 44 secadores de manos diferentes, de diversos lugares y en varios establecimientos públicos tales como restaurantes, escuelas, bibliotecas o centros comerciales.
La niña, ya prodigio, pretende ser de mayor bióloga marina y el futuro que le espera es prometedor.