¿Podemos auto provocarnos o agravarnos una enfermedad?

En la mayoría de las patologías el cuerpo y la mente son indisociables

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

7 min lectura

¿Podemos auto provocarnos una enfermedad? ¿Nos la podemos agravar? ¿Tienen nuestras tensiones musculares, dolores crónicos o cefaleas que ver con nuestros problemas para gestionar las emociones o el estrés? Es de lo que se ocupa la medicina psicosomática y sus especialistas que tratan de ayudar a quienes tienen síntomas muy reales sin que haya una lesión orgánica que lo justifique.

A ella llegan a menudo pacientes agotados y frustrados después de acudir a su médico de cabecera y a un rosario de especialistas y sin que ninguna prueba médica realizada detecte un problema físico que explique un malestar que puede llegar a ser incapacitante. Muchas de estas personas sufren enfermedades cuyo origen responde a factores psicológicos y sociales relacionados con la propia vida e historia de la persona y que pasan factura a su salud fiísca.

Para Rosana Pereira, psicóloga sanitaria y directora del centro Haztúa Psicología Positiva: “es evidente que cuerpo y mente están relacionados y sufrir estrés o ansiedad pueden agravar nuestros síntomas. No es, sin embargo, algo voluntario. La forma que tenemos de interpretar la realidad puede generarnos una ansiedad que influye en nuestra salud física”.

Son personas que para curarse y que sus síntomas remitan van a necesitar una orientación terapéutica que tenga en cuenta no solo los conceptos biomédicos de sus síntomas, sino también los psicológicos y sociales, es decir, una concepción más amplia de la enfermedad y de la salud que conllevará una forma diferente de evaluación y tratamiento ya que como explica a COPE Luis Hernández médico del trabajo y experto en este abordaje.

“Nosotros pensamos que no hay una separación clara entre el cuerpo y la mente, hay una relación bidireccional cuerpo-mente, mente-cuerpo y también de la personas con la sociedad y el medio amiente donde se inscribe. La medicina psicosomática no es una especialidad es una concepción de la medicina que entiende a la personas de forma integral”, subraya el doctor y secretario general de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática (SEMP).

¿Cuáles son las principales enfermedades psicosomáticas?

Las situaciones clínicas en las que los procesos mentales actúan como un factor importante afectando los resultados médicos son competencia de la medicina psicosomática. Aunque prácticamente todos los órganos pueden ser susceptibles de desarrollar trastornos psicosomáticos, éstos son los ejemplos más frecuentes en las consultas de los especialistas:

Transtornos musculares (lumbalgia, bruxismo, contracturas)

Abordar estos síntomas requiere de equipos multidisciplinares con diferentes especialidades médicas que intervienen desde el diagnóstico al tratamiento, las más frecuentes son psiquiatría, psicología, neurología, medicina interna, cirugía, alergología, dermatología e inmunología.

¿Qué hay detrás de la enfermedades psicosomáticas?

“El estrés crónico es el principal responsable de muchas de las enfermedades psicosomáticas, tiene un enorme impacto. También repercute negativamente la dificultad para expresar las emociones. En ambas situaciones el cuerpo trata de hacerse cargo de lo que la mente no puede gestionar” señala el doctor Hernández.

Por ejemplo, explica, “si yo siento miedo y el miedo se mete en el cuerpo y no soy capaz de vencerlo o intento reprimirlo para no sentirlo, muchas veces ese miedo acaba saliendo en forma de enfermedad psicosomática en ese momento o más adelante”.

¿Cómo se tratan?

Una de las claves, según este médico del trabajo que constata un número creciente de casos de burnout o síndrome del trabajador quemado en sus consultas, es “que los pacientes aprendan a gestionar el estrés y esto es algo que no solo les servirá para tratar la propia enfermedad por la que acuden sino que les servirá para prevenir en el futuro la aparición de nuevas enfermedades psicosomáticas”.

Para ello hay diferentes métodos que fomentan el afrontar con calma los retos de la vida y gestionar situaciones estresantes que se presentan en nuestro día a día, una actitud que minimiza los riesgos para nuestra salud: “son técnicas posturales, de autocontrol y , terapias de respiración en calma que ayudan al equilibrio ente el cuerpo y la mente, buscan un equilibrio corporal y una calma corporal en la que los músculos se destensan y con ello también la mente la relaja” subraya Hernández.

Para la psicóloga Rosana Pereira lo más eficaz es la psicoterapia cognitivo conductual: “llevar a la persona darse cuenta de qué tipo de pensamientos tiene sobre lo que está ocurriendo en su mundo y a detectar pensamientos o interpretaciones erróneos sobre lo que ocurre que le están generando más daño, estrés o ansiedad”.

A las terapias para afrontar enfermedades psicosomáticas recurrió Lourdes Pallares que acaba de cumplir 65 años después de sufrir arritmias cardiacas: “sentía una fuerte opresión en el pecho y acabé en urgencias. Actualmente me estoy recuperando de una ablación que me practicó mi cardiólogo y en paralelo y, gracias a la psicoterapia, he aprendido técnicas de respiración y de autocontrol psicológico con las también logro controlar la taquicardia”.

“Es impresionante ver lo eficaz que es y cómo el ritmo cardiaco va bajando cuando las pongo en práctica las pautas que me han dado. Es un círculo y es algo que he comprobado empíricamente midiendo el latido gracias a los aparatos que tengo en casa. Cuando logras relajarte, serenarte, no entrar en pánico y controlar la situación, notas que ventilas mejor, que las molestias se reducen y se te va quitando la taquicardia”, señala esta paciente quien asegura que siempre va a seguir haciendo estos ejercicios que considera útiles para cualquier persona.

Estas dolencias cardiacas le llegaron a Lourdes lo que ella denomina un “momento valle” de su vida, recién jubilada y sin graves problemas de ningún tipo cuando le surgió este problema de salud que nunca antes había sufrido. Considera que si le ha pasado ahora es porque “cuando estás en activo sacas fuerzas de donde no las tienes y eso luego te puede pasar factura”.

¿Cómo de frecuentes son las enfermedades psicosomáticas?

Alrededor de 1 de cada 4 personas que acuden por primera vez a una consulta de atención primaria con síntomas físicos tienen realmente un problema de origen psicológico según estima el psiquiatra Javier García Campayo quien considera que estos pacientes "no asumen bien que las radiografías desmientan esos dolores que motivan la consulta. Aceptan mucho mejor una enfermedad física que consideran que puede pasarle a cualquiera". Recelan de que su enfermedad tenga causas psicológicas cuando “lo que les explico es que no se encuentre ninguna alteración física es una buena noticia”.

Considera que 9 de cada 10 casos pueden ser abordados por los médicos de familia y en 1 de cada 10 será necesario derivar al paciente aun especialista en salud mental.

“Esa derivación es cada vez más frecuente y natural cuando las pruebas médicas descartan que haya un problema físico. Los facultativos nos envían a los pacientes y para estas personas es una nueva esperanza de encontrar soluciones a sus problemas de salud. Es recomendable pedir ayuda si llevas un mes sintiéndote mal todos los días porque cuanto antes se pide ayuda antes se resuelve la problemática”, señala Pereira.

Y es que la mente influye y modifica el curso de cualquier dolencia, por eso, en realidad, “todas las enfermedadades podrían considerarse psicosomáticas porque casi todas las enfermedades físicas tienen factores mentales que afectan a su comienzo, presentación, mantenimiento, susceptibilidad al tratamiento y en su resolución. ” señala Luis Hernández.

Para el catedrático de Psiquiatría y presidente de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática (SEMP), José Luis González de Rivera muchas de las dolencias que llegan a los centros de salud “se relacionan con alteraciones emocionales crónicas y reprimidas o no expresadas. Incluso las enfermedades infecciosas pueden verse favorecidas o contrarrestadas por el estado anímico”.

Cuando la respuesta de estrés no sirve para sacarnos de una situación puntual de peligro, sino que se convierte en un estado continuo de nuestro organismo comienzan a fallar los sistemas que nos protegen de la enfermedad. Es entonces cuando esos problemas que sufrimos -solo en nuestra mente- pasan al cuerpo: los somatizamos y surgen dolores, alteraciones musculares, intestinales, insomnio, debilidad del sistema inmunológico.

A juicio del presidente de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia (SEMPyP) José Luis Marín debemos avanzar hacia formas de atención médica centradas más en el paciente y no tanto en la enfermedad además de asociar lo corporal con lo biográfico como parte importante de la terapia.

Un estudio publicado en 2012 en el Journal of the American Medical Association señalaba que entre el 60 y el 80 por ciento de las más de 33.000 consultas de atención primaria que analizaron podían tener relación con el estrés. También recogía que solo el 3 por ciento de los pacientes recibieron apoyo para el manejo del estrés. Muy por debajo de quienes recibieron apoyo en nutrición (casi el 17 por ciento), en actividad física (12 por ciento); para la pérdida de peso (6 por ciento) o para dejar de fumar (casi el 4 por ciento).

“Hay técnicas de relajación que se pueden enseñar en una hora y que podrían llevarse a las escuelas formando a los profesores. Serían una contribución fundamental para nuestra salud”, zanja Hernández.