¿Es posible usar bacterias para hacer tus perfumes favoritos?
El uso de microorganismos modificados genéticamente pueden ser de gran ayuda para la producción de compuestos aromáticos, cuya demanda en muy alta en el mundo de la perfumería
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La perfumería moderna nació en 1882 cuando el perfumista Paul Parquet creó una composición de cumarina, musgo de roble, geranio y bergamota, llamado Fougère Royale, que fue lanzado por la compañía Houbigant. Este perfume revolucionó el mundo de la perfumería.
Este perfume se sigue vendiendo hoy en día y, Lo más característico de dicho perfume está en sus olores. Las notas de salida (lo que se huele durante los primeros 10 o 15 minutos) son lavanda, bergamota y esclarea. Las notas de corazón (lo que olemos pasados los 15 minutos) son de geranio, heliotropo, clavel, rosa y orquídea. Y, por último, están las notas de fondo (lo que se huele pasadas 2 horas de ponerse el perfume) son de musgo, cumarina, haba tonka, vainilla y almizcle.
A excepción de la cumarina, todos los componentes olorosos que lleva Fougère Royale provienen de aceites esenciales que han sido obtenidos de fuentes naturales. Algo en los que este perfume fue pionero, dado que fue el primero de su época en llevar en su fórmula una molécula sintética. Además, esto abrió el camino a toda una serie armonías olfativas que a día de hoy siguen siendo usadas en muchas fragancias femeninas y masculinas de éxito.
Se estima que para el año 2025 el mercado mundial de las fragancias tendrá un valor de unos 50.000 millones de euros. Algo que muchas personas desconocen es que las fragancias no son algo exclusivo del mundo de la cosmética, también son utilizadas en las industrias químicas, tabacaleras, agrícolas, farmacéuticas y alimentarias (tal y como lo lees, en los alimentos también).
¿Cómo se obtienen los componentes?
Los procesos más comunes para la producción de los compuestos aromáticos son dos:
Sin embargo, hay una tercera vía u opción, que es bastante curiosa: el uso de microorganismos para crear los perfumes. Estos pueden ser de ayuda para sintetizar perfumes desde cero, o por la biotransformación de un material inicial que es más económico.
Un ejemplo de esto es el limoneno. Este se obtiene como un producto secundario de la industria cítrica, y se caracteriza por tener este aroma tan singular. Es por ello que es incluido en muchos productos de limpieza, cosméticos y perfumes. Pero, los precios de venta de los aceites de cítricos y el limoneno varían y suben de forma constante. Además, la escala de producción de limoneno sintético es limitada. Por este motivo, es más rentable producir limoneno con ayuda de microorganismo que están modificados genéticamente, como la Escherichia coli y Saccharomyces cerevisiae (que es un tipo de levadura que se ha usado desde la antigüedad para la elaboración de cerveza y vino).
Además, con respecto a este último microorganismo, los esfuerzos en ingeniería metabólica han permitido que se pueda obtener cepas de Saccharomyces cerevisiae modificadas a nivel genético que son capaces grandes cantidades de, por ejemplo, α- (alfa) y β-santalol (beta-santalol), que son dos de los principales componentes del aceite esencial de sándalo, que da aromas amaderados, dulces y cálidos, entre otros.
Esto es tan solo un ejemplo del potencial que tienen los microorganismos que son modificados genéticamente para la producción de compuestos aromáticos, cuya demanda en muy alta en el mundo de la perfumería. La existencia y creación de este sistema es una alternativa para la producción sostenible, valiosa a nivel ambiental y rentable, permitiéndonos proteger los recursos naturales de nuestro planeta e igualar la balanza de la oferta y la demanda en este aspecto.