Presión en aumento por el fin de las mascarillas en el transporte público
Desde el 20 de abril tampoco se usa en la mayoría de los trabajos ni tampoco en bares, restaurantes o salas de conciertos
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La presión por el final del uso obligatorio de las mascarillas en el transporte público va en aumento. A las empresas del sector se unen las peticiones para su retirada de varias Comunidades Autónomas como Madrid o Cataluña sin que Sanidad mueva ficha. Han pasado cinco meses desde que se eliminó en otros espacios interiores y la incidencia ha caído drásticamente, pero la Ponencia de Alertas sigue estudiando la cuestión.
Una parálisis que genera estupefacción en la patronal del transporte urbano y metropolitano, que engloba a las principales empresas del sector, que han solicitado en varias ocasiones y por escrito al Ministerio de Sanidad que justifiquen la necesidad de esta medida tras su eliminación en otros países de nuestro entorno y en todos los interiores en España salvo el transporte público, los centros hospitalarios y farmacias y las residencias de mayores.
“En el 95 por ciento de los países de nuestro entorno no está esta norma y nosotros no somos virólogos, no entendemos de pandemias, pero si tenemos claro lo que está pasando a nuestro alrededor en la Unión Europea y entonces lo que preguntamos a Sanidad ¿por qué le tenemos que pedir ese esfuerzo a nuestros usuarios” señala en COPE Jesús Herrero, secretario general de la Asociación de Transportes Públicos Urbanos y Metropolitanos (ATUC) que agrupa a la mayoría de empresas públicas y privadas de buses, metros y Cercanías.
Desde el 20 de abril tampoco se usa en la mayoría de los trabajos ni tampoco en bares, restaurantes o salas de conciertos, otra prueba más, subraya Herrero de la desigualdad de trato entre sectores: “¿está justificado el uso de la mascarilla en el transporte? Si hay que hacerlo por supuesto que lo hacemos, pero para la industria no es bueno, es estigmatizar porque no hay ninguna diferencia con un restaurante, con un bar, con un ascensor, no hay ninguna diferencia”.
Lamentan la tardanza de Sanidad
Más de 5 millones de personas usan el transporte público a diario y al año se efectúan 4.000 millones de viajes. Los usuarios, subrayan desde ATUC, se merecen una explicación o bien la retirada de las mascarillas que no consideran imprescindibles.
No entienden tampoco la tardanza en tomar una decisión cuando el experto más conocido de Sanidad, Fernando Simón, al frente del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, ya dijo a comienzos de mes que desde el punto de vista técnico no era lógico mantener el uso obligatorio en el transporte público.
En el ministerio de Carolina Darias aseguran estar a la espera del informe final de la Ponencia de Alertas sobre este tema, llevan semanas de análisis sin tomar una decisión y tampoco hay fecha según reconocen a COPE para la próxima reunión. Al tratarse de un real decreto y, de ser finalmente acordado por Sanidad y las Comunidades Autónomas, el fin de la obligatoriedad deberá ser aprobado también en consejo de ministros.
La incidencia en este momento es de 141 casos por 100.000 habitantes mayores de 60 años, cuatro veces menor a la que registrábamos cuando el uso de la mascarilla dejó de ser obligatorio en la mayoría de los espacios interiores con una distancia de seguridad equiparable a la del transporte público.
Usuarios cada vez más reacios al uso
Las empresas en las que viajan 3 de cada 4 usuarios de bus y el 100 por 100 para Cercanías constatan que cada vez más "la utilización que se hace de la mascarilla es patética, por las noches ya no se usa en muchos sitios, la gente se la coloca por debajo de la nariz, los turistas que vienen a las grandes ciudades tampoco entienden nada, es todo un sin sentido. En ocasiones es además una fuente de conflicto para los conductores que tienen que estar recordando la obligación de ponerse la mascarilla".
Muy cerca de la estación de metro madrileña de Retiro le preguntamos a LLuis de 23 años. Es partidario de su retirada porque según explica a COPE "no entiendo por qué hay que llevarla, hace un año si le veía sentido, pero ahora no". A su lado Marc de 21 años corrobora que la medida se aplica mal "los que la llevan no la usan correctamente y no creo que tenga sentido que unos la lleven y otros no. Creo que lo mejor es que sea voluntario y que los que quieran protegerse de verdad utilicen una FPP2". Sofía de 24 años aboga por "no imponer su uso en taxis y VTC's ni en el resto del transporte público salvo en las horas punta o cuando hay una gran concentración de personas". Y para Laura de 23 "es incomprensible no usarla en la discoteca y sí en el metro".