¿Puede un abrazo o una caricia aliviar el dolor?

Una investigación internacional ha determinado que el contacto físico podría reducir el uso de fármacos en personas enfermas

Sefi García

Publicado el - Actualizado

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Recibir o dar un abrazo, acariciar la cara de padres o abuelos, cogerles las manos...son gestos que reconfortan al que los da y al que los recibe. Siempre. Ahora se ha comprobado científicamente que además reducen el dolor en personas enfermas y la intensidad de una depresión o del estrés.

Un estudio internacional en el que se han analizado 212 trabajos sobre estos efectos, y en los que han participado casi 13.000 personas ha demostrado sin lugar a dudad que el contacto físico mejora el bienestar tanto en niños como en adultos.

Un equipo de investigación de la Universidad de Ruhr de Bochum en Alemania y del Instituto Neerlandés de Neurociencia.combinando los resultados, han dado barniz científico a un acto tan humano como expresar el afecto con nuestras manos. La investigación ha sido publicada en la revista científica Nature Human Behaviour.

“Todos los sentidos, además de la entrada física primaria, tienen una parte emocional- aclara Juan Aguilar, director del grupo de neurofisiología experimental del Hospital Nacional de Parapléjicos- sentirnos en contacto con alguien produce un beneficio emocional. Se produce en nuestro cerebro una activación de neuromodulardores. En este caso, bajan los negativos, como son los que producen estrés, o suben los positivos que son los que producen relajación. El estudio ha medido en qué manera interaccionar con las personas que tienen dolencias le cambian esos niveles de percepción de su dolencia”.

La reacción es distinta dependiendo de la dolencia, la edad, la intensidad, el tiempo, la zona en la que recibimos ese contacto...y todo eso también lo ha cuantificado este metaanálisis.

La relación con los objetos

Una almohada, una manta, incluso el tacto de un robot pueden aliviarnos el dolor físico, según el estudio en la misma medida que el contacto piel con piel. “Cuando nos pica algo en la piel o nos damos un golpe, la reacción inmediata es tocarnos la zona dañada-explica el doctor Aguilar- En este estudio el tacto de un objeto puede mejorar el nivel de dolor de una persona que tenga una herida o una enfermedad degenerativa periférica, que le afectara al cuerpo, a las extremidades, pero no así si lo que tenemos es una enfermedad mental”.

Pero las cosas cambian cuando se trata de bebés y de personas con dolencias emocionales.

La intensidad de la relación entre las madres y sus bebés

Los resultados de este estudio internacional son concluyentes en cuanto la influencia en la recuperación de los bebés, sobre todo de los recién nacidos: cuando están malitos el abrazo o la caricia de los padres, en especial de la madre, les ayuda a coger peso y reduce su dolor. Sobre todo en los recién nacidos. Juan Aguilar nos ha contado que esto se debe a que “en los bebés claramente todos los sistemas sensoriales están empezando a relacionarse con el entorno y además cuando detecta quien es su familia directa, y lo hacen por el tacto, a través incluso del olfato, aprenden que un determinado olor es el familiar, el de los padres”. En consecuencia “cómo toca un padre y mucho más una madre a un niño tiene unos efectos importantísimos para el desarrollo normal del niño, y de hecho, tristemente, en las situaciones en los que los niños crecen sin sus padres hay un sistema de compensación de eso porque no tiene las entradas sensoriales necesarias para un buen desarrollo”.

La búsqueda de solidaridad y amparo en los adultos

El estudio señala que si bien el beneficio entre el contacto piel con piel cuando hay un dolor físico en los adultos es similar al de los objetos, en caso de una depresión , un repunte de estres o un trastorno de ansiedad, el contacto humano es muy beneficioso para mejorar su enfermedad. No como en el caso de los bebés que necesitand e sus padres. Los adultos mejoramos si ese afecto nos lo da cualquier otra persona, sea cercana “o una persona que da apoyo emocional y físico ocasionalmente”.

Porque el adulto “lo que va buscando es la solidaridad de un compañero o de una persona cercana da igual si es familiar o no-aclara el director del grupo de neurofisiología experimental del Hospital Nacional de Parapléjicos -En este estudio, que también se ha hecho con personas sin dolencias, han determinado que a esas personas con buena salud la caricia, el abrazo... les baja el ritmo cardíaco, el cortisol, pero que no ven diferencias grandes pero es normal, porque si una persona que no tiene dolor se toma un analgésico, una aspirina, el tratamiento no va a hacerle efecto. Lo que está destacando este estudio, es que el tacto así por las buenas es que vaya a mejorar la vida de nadie, sino que hay situaciones concretas, de enfermedades concretas en las que un tratamiento adecuado si produce una mejora, y en este caso sería a través del tacto acceder a la parte emocional de la persona”.

Si para los bebés el bálsamo perfecto es su madre y para los adultos el abrazo o la caricia de otro ser humano del entorno, cuando nos hacemos viejos da lo mismo quien nos toque “porque la necesidad de afecto, de proximidad y de entradas sensoriales es mucha”.

¿Dónde ponemos la caricia ?

Intuitivamente cuando vamos a visitar a una persona que está enferma porque tenemos afecto con esta persona, normalmente las caricias van a la cara, la la cara y a las manos. Normalmente cogemos las manos, presionamos con suavidad y normalmente la caricia va a la cara”.

El estudio describe muy bien porque compara diferentes regiones del cuerpo, no hace mucho efecto el torso, porque no es una zona donde tengamos el sistema del tacto muy desarrollado, se estudia en las clases de fisiología fundamental, tenemos el tacto mucho mucho más preciso y desarrollado en la cara y las palmas y los dedos de las manos y es ahí donde también estamos más predispuestos a percibir y a que se produzca también la reacción no solamente la reacción fisiológica primaria, que sería algo me está tocando, sino también la secundaria que es la que se va buscando”.

Cara y manos, durante unos 20 minutos cada dos días para los adultos, y en días alternos para los bebés es el tiempo que estipula el estudio para que nuestra caricia, nuestro abrazo sea efectivo, determina el estudio.

Recetas con abrazos

El doctor Aguilar está convencido de que estas terapias llegarán a la medicina tradicional “pero no como el único remedio. Cuando se habla de este tipo de terapias son coadyuvantes. Cuando una persona está tratada farmacológicamente por el dolor, este tipo de intervenciones puede reducir la necesidad que tienen del tratamiento para el dolor. Si está tomando tres pastillas diarias y se inicia este tratamiento de forma constante siguiendo estos protocolos, puede que tome solo una pastilla diaria. Y el beneficio es el mismo una reducción de dolor pero sin necesidad de ser tan agresivo con el organismo”. Será “una implantación escalonada que partirá de los grandes hospitales donde hay muchos pacientes que permiten evaluar el efecto”, porque una de las dificultades está en buscar el perfil de la persona que tiene la dolencia y ajustar el tratamiento”.

Tambien para los animales

En animales más de 74% el contacto físico con un humano mostró efectos positivos para su salud mental y más del 81% en la salud física. El doctor Aguilar lidera justamente una investigación sobre los beneficios de la caricia y el abrazo en los animales con la intención de trasladarlo luego a los humanos.

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