Reflexiones de una enferma de cáncer, ante el fallecimiento de Elena Huelva

El cáncer no siempre es una sentencia de muerte

Reflexiones de una enferma de cáncer, ante el fallecimiento de Elena Huelva

Ana Luisa Pombo

Publicado el - Actualizado

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Hoy, cuando la noticia de que la jovencísima influencer Elena Huelva, con solo 20 años, a pesar de sus ganas de vivir, ha sucumbido víctima del cáncer y con el corazón encogido al pensar que el maldito bicho ha apagado para siempre su sonrisa esperanzadora y ha doblegado su espíritu valiente y luchador, conviene recordar que no todos los enfermos de cáncer vamos a morir de cáncer.

Cada vez que uno pierde la batalla, se oyen muchas voces recordando lo terrible y mortal que es esta enfermedad, ¡cómo si no lo supiéramos quienes la padecemos!.

Muchos, con la buena voluntad de pedir más investigación y más medios, nos recuerdan que el cáncer se cobra cada día varios cientos de vidas en España. Tienen razón y somos conscientes de que cada día más de ochocientos españoles son diagnosticados de cáncer y de que esa noticia, igual que nos pasó a otros, les hiela la sangre mientras la vida parece detenerse para ellos, pero conviene recordar que un diagnóstico de cáncer no supone, necesariamente una condena de muerte.

Frente al dolor terrible por cada víctima y el inevitable pensamiento de que cualquiera de nosotros puede ser el siguiente, frente a cada enfermo oncológico que no consigue superarlo, existe un enorme ventanal a la esperanza porque, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) a día de hoy, seis de cada diez españoles enfermos de cáncer se curan; la supervivencia más allá de los cinco años es cada vez mayor y cada día se conocen nuevos avances y se presentan más tratamientos y medios técnicos para hacerle frente, con notable éxito, a esta enfermedad.

Por supuesto que es necesario levantar la voz como hizo Elena Huelva y hacen tantos otros cada día, para pedir más dinero para investigación y más medios al alcance de investigadores, profesionales sanitarios y enfermos, pero esas justas y necesarias reivindicaciones, no pueden ahondar más el pozo de dudas y temores que nos asaltan a quienes luchamos a brazo partido contra ese enemigo indeseado que se ha colado en nuestras vidas, recordándonos a los miles que consigue llevarse por delante, como si estar enfermo de cáncer no tuviera otra salida que cruzar la frágil frontera que separa la vida de la muerte. Eso duele, esa sensación que nos transmiten de que los enfermos de cáncer no tenemos esperanza, duele y mucho.

Por mucho que la enfermedad nos haga fuertes, necesitamos que, a pesar de la realidad dolorosa de las muertes, alguien nos ponga delante los datos que hablan de los cientos de enfermos oncológicos que cada día le doblan el pulso al bicho, que nos recuerden que la ciencia avanza y que siempre existe una ventana a la esperanza porque la puerta del miedo a la muerte y a lo ignoto ya la hemos cruzado al recibir el diagnóstico de cáncer.